Está de compras. Llegó a una vitrina y vió un objeto que le llamó la atención. Entró a revisar el precio. Ya está cerca de tomar la decisión, pero falta hacer la pregunta clave: “¿De verdad lo necesito o solamente lo quiero?”.
Esa es la diferencia entre un comprador compulsivo y un consumidor responsable y ordenado. El primero se saldrá del presupuesto apenas aparezca la primera tentación; el segundo volverá a casa con lo necesario y sin haber comprometido sus metas de ahorro.
"Lo ideal es aprender a hacerse esa pregunta desde niños, para entrar a la etapa de adultos con saludables hábitos financieros", comentó Rosibel Cabrera, gerente de Productos Pasivos de Davivienda.
“Se pueden utilizar recortes de periódico para explicar qué es un deseo y qué es una necesidad”, anadió Cabrera.
Por ejemplo, antes de la entrada a clases, comprar zapatos nuevos es una necesidad, si los del año pasado están muy gastados o ya se quedaron pequeños para esos pies que siguen creciendo.
Ahora, comprar el último bulto a la moda no tiene por qué ser una prioridad. En esas situaciones es cuando el niño puede empezar a comprender que únicamente lo desea, pero no lo necesita, y que satisfacer ese deseo implicará hacer un gasto y dejar de utilizar ese dinero en otras cosas.
Como en todos los temas, a los niños se les enseña de finanzas mediante ejemplos prácticos, y no con lecciones teóricas que van a captar poco su atención. Lo importante es que la enseñanza sea dinámica y con ejemplos acordes a su realidad.
Una posibilidad es aprovechar la visita al supermercado para comparar necesidades y precios de acuerdo con el tamaño de la compra. Así, ir al súper dejará de ser aburrido y se convertirá en un juego interactivo en el que aprenderá a tomar decisiones.
Al ir recorriendo los pasillos analizará qué es lo que realmente necesita y qué es lo que simplemente desea. Se le puede asignar un pequeño presupuesto, para que lo administre de acuerdo con esos criterios.
Otra opción son los juegos como Monopoly o Gran Banco, en los cuales el niño aprenderá la diferencia entre deseo y necesidad aplicada a los valores monetarios de diversos bienes; además, practicará técnicas de negociación.
En la naturaleza, las ardillas son un excelente ejemplo: acumulan avellanas para el invierno, en lugar de consumirlas o desecharlas todas de una vez.
Es conveniente observar cuál es el comportamiento del niño a la hora de las compras: si ya aprendió qué son las rebajas y las promociones, o si está comparando precios y opciones. Pero, sobre todo, lo más importante es observar si sale con el afán de gastar todo lo que le dieron o si prefiere guardar una parte.
Recuerde que estos comportamientos infantiles son un indicador de cómo manejará los temas financieros en el futuro, así que es el momento para intervenir y enseñarle a ser un consumidor prudente.