Las mujeres llegamos a ganar hasta un 27% menos por desempeñar el mismo trabajo que un hombre, nos vemos forzadas por la sociedad al cuido de menores y adultos mayores, tenemos menor acceso a crédito, trabajamos tres veces más tiempo en el hogar y tenemos un tercio de las probabilidades de que nos hagan jefas o gerentes. Los datos alarman y solo será posible reducir la pobreza si las mujeres nos empoderamos e integramos al mercado laboral. Pero, ¿cómo lograrlo?
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Doña Rosa Montero hunde sus manos, torneadas por el sol, en la palangana blanca, que contrasta con el rojo carnoso de las acerolas maduras. El calor de Puriscal no la detiene mientras enjuaga la fruta, pues nunca le ha rehuido al trabajo.
Separa la fruta más madura para llevarla al procesador, que la convierte en pulpa natural y aprovecha para contarme que le ha invertido a este proyecto 4 años y se siente muy emocionada. Desde Puriscal, viajó hasta Cartago durante dos años para aprender a emprender un negocio y a usar la maquinaria para procesar la fruta que tiene delante.
Ella, junto con otras 16 compañeras, conforman la Asociación de Mujeres Exitosas de Pedernal de Puriscal. Este emprendimiento es acompañado por la iniciativa Tejiendo Desarrollo, liderada por la Primera Dama de la República Mercedes Peñas, que coordinó y articuló esfuerzos institucionales para construir el Centro de Acopio y Procesamiento de Frutas Tropicales.
En esta planta se procesa la acerola, una fruta que contiene tres veces más vitamina C que la naranja. El proyecto beneficia a 15 familias de mujeres jefas de hogar, y se pretende incorporar a 20 o 30 mujeres más. Actualmente, de las manos de doña Rosa y sus compañeras salen pulpas y mermeladas de acerola, guanábana, maracuyá y otras frutas. Con esta asociación, se da empleo a mujeres en un territorio rural con altos índices de desempleo y migración hacia las zonas urbanas.
Así, a mujeres que toda la vida han trabajado en sus casas sin ninguna remuneración, se les incorpora al ámbito laboral, se les capacita y se les ofrecen fondos del Estado para que, por ellas mismas, aprendan a crear los productos y tengan su propia empresa. Esta iniciativa es el vivo ejemplo del empoderamiento económico de las mujeres.
Solo en Tejiendo Desarrollo -programa que se lleva a cabo en 33 de los cantones con mayores niveles de desigualdad del país- existen 7 proyectos liderados por mujeres emprendedoras. Unas son productoras en un microbeneficio de café en La Legua de Aserrí, otras elaboran chocolates orgánicos en Ducarí de Guácimo. En Jicaral, un grupo de empresarias confecciona cremas y multivitamínicos a base de miel de abeja y en Upala existe una cooperativa liderada por mujeres que produce derivados de leche de búfala.
Los bancos también se han encargado de empoderar a las mujeres por medio del acceso a créditos y de la creación de programas enfocados en negocios femeninos, como BN Banca Mujer o Banca Kristal, del Banco de Costa Rica o BP Empresarias, del Banco Popular.
El financiamiento es uno de los pilares clave a la hora de dotar a mujeres de todo lo necesario para que sean entes económicamente activos en la sociedad. Pero no es el único.
De hecho, el empoderamiento económico de las mujeres está en el corazón de la agenda mundial del 2030. Está claro que los objetivos de desarrollo sostenible no se lograrán a menos que se aceleren las acciones para empoderar a las mujeres.
La participación de la fuerza laboral femenina se incrementó en 10 años, entre 2000 y 2010. Esto significó la reducción de la pobreza en América Latina en un 30%. Es decir, si más mujeres trabajaran en el continente, esta región sería menos pobre y menos desigual.
La participación femenina en todos los ámbitos, incluyendo la economía, es fundamental para la paz y el cumplimiento adecuado de los derechos humanos.
Costa Rica unida por las mujeres
Costa Rica copresidió el Panel de Alto Nivel para el Empoderamiento Económico de las Mujeres de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En este encuentro, se discutió cómo eliminar las limitaciones que impiden a las mujeres acceder al mercado laboral en igualdad de condiciones a través de liderazgo y acciones conjuntas de gobiernos, sociedad civil, academia y sector privado.
El Presidente de la República, Luis Guillermo Solís y la CEO de IKEA-Suiza Simona Scarpaleggia, lideraron este panel que tiene como objetivo un llamado a la acción mediante recomendaciones específicas, políticas y buenas prácticas que permitan el empoderamiento económico de las mujeres.
De hecho, como producto de este panel, se emitió un informe en las Naciones Unidas, con 24 recomendaciones puntuales para superar las siete barreras estructurales de la autonomía económica de las mujeres: cambios culturales y estereotipos; reformas a las leyes y regulaciones discriminatorias; el reconocimiento, la reducción y la redistribución del trabajo no remunerado, en particular el cuido; el acceso a activos digitales, financieros y patrimoniales; cambios en la cultura y las prácticas empresariales; y prácticas del sector público en la contratación y el empleo, y el fortalecimiento de la visibilidad, la voz y la representación colectiva de las mujeres.
"En el ámbito de la economía es donde más dificultades hay para incorporarlas de manera directa en los procesos productivos y donde se limita en sus derechos humanos y políticos su participación en el mundo del trabajo", aseguró el Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, durante un Facebook Live para Perfil en el que se discutió este tema.
Para la primera dama, Mercedes Peñas, discutir sobre empoderar económicamente a las mujeres sin hablar primero de educación y capacitación es imposible. Peñas subrayó la importancia de los procesos formativos no formales, para que las mujeres adquieran cada día más destrezas.
La capacitación, la financiación y el acompañamiento técnico son claves para que una mujer que por diferentes razones nunca ha trabajado formalmente pueda hacerlo.
Al cuido de los demás
Otra de las cuestiones fundamentales para que más mujeres trabajen es la redistribución de las responsabilidades del cuido. De acuerdo con el Presidente Solís, las mujeres no pueden incorporarse en el mundo de trabajo si siguen manteniendo una hegemonía absoluta en el tema del cuido de niños y niñas y adultos mayores.
Costa Rica tiene una propuesta para convertir el cuido en una corresponsabilidad social, en la que hombres y mujeres se hagan responsables de de esta tarea.
El el país ya se está trabajando para que los hombres también puedan tener licencias que les permitan cuidar a los niños y para apoyar a sus compañeras cuando estén trabajando.
Por otro lado, una de las prácticas más revolucionarias es la incorporación del cuido nocturno. Desde el año pasado, cerca de 12 centros infantiles Cen-Cinai ofrecen horarios de 5:00 p.m. y de 10 p.m. para que quienes trabajan de noche tengan la posibilidad de hacerlo sabiendo que sus hijos están seguros y atendidos.
De acuerdo con Solís, el cuido debe entenderse como una responsabilidad social y dejar de tratarse como un asunto del ámbito privado, pues las sociedades tenemos la posibilidad y la obligación de contribuir con el cuido pues esto genera riqueza. Si más mujeres se incorporan al trabajo, vuelven más rica la economía.
Cuando las mujeres toman el mando de las organizaciones, esto se traduce en mayor productividad. Así lo demuestran las estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estas indican que si se elevara la fuerza laboral femenina y se equiparara a los niveles de participación masculina en el trabajo, el Producto Interno Bruto del país se elevaría. El FMI lo ejemplifica con una elevación del PIB del 5% en Estados Unidos, 9% en Japón, 12% en los Emiratos Árabes Unidos y 34% en Egipto.
Basándose en datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que de las 865 millones de mujeres de todo el mundo que podrían contribuir en mayor medida a sus respectivas economías, 812 millones viven en países de economías emergentes y en desarrollo.
Además, se ha determinado que las diferencias de productividad entre las empresas de propiedad de hombres y mujeres obedecen principalmente a diferencias en el acceso a los insumos productivos. Si esta disparidad se reduce, el Banco Mundial indica que podría aumentar sensiblemente el producto.
El Presidente Solís insiste en que para lograr que exista la equidad salarial, se debe trabajar en conjunto con la empresa privada pues como país tenemos una legislación que establece que el hecho de que las mujeres ganen menos por las mismas labores que los hombres es ilegal. Sin embargo, es difícil asegurar que las empresas privadas promuevan la contratación y el liderazgo de las mujeres.
En este sentido, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) promueve el Sello de Igualdad. Consiste en un reconocimiento que se otorga a las empresas privadas que promuevan la incorporación de mujeres, la equidad en los salarios, la inclusión de guarderías que faciliten el cuido y otras prácticas que promuevan la equidad. Con este sello, se reconoce las buenas prácticas. A julio del 2016, fueron 45 las empresas privadas que se comprometieron con este sello.
Acceso a crédito
En Costa Rica muchas veces las mujeres no tienen cómo respaldar la solicitud de un crédito. Existen programas como el Fondo de Fomento de Actividades Productivas y de Organización de las Mujeres (FOMUJERES), del Inamu, que ha atendido a casi 15 mil mujeres en los últimos tres años, que les ha dado la oportunidad a las empresarias para que cuenten con los recursos de capital semilla, para iniciar sus negocios.
Otro cambio positivo lo ha dado el Instituto de Desarrollo Rural (Inder), que en los últimos años ha comenzado a ofrecer titulación compartida de tierras, al hombre y a la mujer. Antes este beneficio sólo se otorgaba a los hombres, lo que hacía que las mujeres no pudieran acceder a créditos por no tener terrenos que poner a responder. Ahora son propietarias y esto facilita solicitar dinero para sus negocios.
La ONG británica Christian Aid/InspirAction presentó hace un par de semanas su más reciente informe "Las múltiples caras de la desigualdad en América Latina y el Caribe". En este se determina que, aunque la brecha se ha cerrado un poco, las mujeres aún participan menos en el mercado laboral en comparación con los hombres: 50% contra el 71%.
Además, la falta de acceso a la educación para las latinoamericanas es un factor que no les permite colocarse en el mercado laboral: la brecha de género en el área rural es aún más marcada. En 2010 más de la mitad de las mujeres rurales tenían entre cero a cinco años de escolarización, y muchos países tenían un alto índice de analfabetismo entre las agricultoras: Perú (65,9%), Guatemala (60,7%), Bolivia (45,8%) y El Salvador (37,5%). En áreas en que se cultiva para la exportación -como en el caso de la industria floricultora en Colombia- las mujeres son contratadas en mayor medida, pero tienden a tener empleos con salarios bajos, temporales y con poco respeto a sus derechos.
Además, las mujeres de las zonas más empobrecidas frecuentemente son madres a muy temprana edad, lo que les resta oportunidades de completar su educación, aceptar oportunidades que les generen ingresos o perseguir sus sueños de desarrollo personal fuera del hogar.
Trabajo no remunerado, informal y subempleo
Si bien las mujeres desempeñan la mayor parte del trabajo mundial, se encuentran en situación de desventaja en el mundo laboral, tanto en lo que respecta al trabajo remunerado como al no remunerado.
Los hombres predominan en el mundo del trabajo remunerado y las mujeres, en el del trabajo no remunerado. En el ámbito del trabajo remunerado, hay menos mujeres empleadas que hombres, su empleo tiende a ser más vulnerable y están insuficientemente representadas en los altos cargos directivos, lo que consolida la situación de desventaja. En cambio, en el ámbito del trabajo no remunerado, las mujeres asumen una mayor parte de la carga (como hemos establecido, se ocupan más del cuidado de los niños, los ancianos y las personas con discapacidad), lo que limita sus opciones, su tiempo libre y su acceso a pensiones sociales.
Un Informe del Desarrollo Humano del PNUD del 2015 pide que se reduzca la carga de trabajo de cuidados no remunerados para ampliar las oportunidades de trabajo remunerado de las mujeres. Los resultados se podrían mejorar mediante la igualdad de remuneración, la flexibilidad laboral, una mayor protección social, la licencia parental y medidas contra el acoso y las normas sociales que excluyen a las mujeres del trabajo.
Más mujeres en ciencia y tecnología
Como parte del empoderamiento económico de las mujeres está la necesidad de incluirlas en las áreas de ciencia y tecnología, que constituyen áreas económicas donde la productividad e innovación son clave.
El reporte de ciencia de la UNESCO, de cara al 2030, estima que las mujeres representan el 53% de los graduados de bachilleratos y maestrías en el mundo y un 43% de los doctorados, pero solo el 28% se dedica a la investigación.
Además, el poco acceso a recursos tecnológicos para las mujeres en América Latina es otro factor que nos aleja de la igualdad. La UNESCO recomienda a gobiernos y empresas privadas que acerquen las tecnologías a las mujeres, especialmente aquellas en zonas rurales y con condiciones socioeconómicas vulnerables. Además, recomiendan que se facilite la interconexión entre mujeres científicas, las que trabajan en tecnología y las que se desempeñan en sectores productivos y las lideresas políticas. Solo de ese modo se podrá lograr alianzas y acercar a más mujeres a estas áreas.
En Costa Rica, el Inamu trabaja en conjunto con el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Educación Pública para incentivar a las niñas y a las mujeres a tener acceso y participar en el ámbito de la tecnología de nuestro país.
Además, en conjunto con la empresa social Sula Batsú, se implementaron acciones para que más mujeres se incorporen a carreras no tradicionales por medio de talleres y hackatones femeninos, que permiten a mujeres crear aplicaciones web y buscar soluciones a problemas a través de la tecnología.
Además, desde el despacho de la primera dama, se coordina la iniciativa TeachHer, impulsada por UNESCO, que inspira e involucra a adolescentes en ciencia, tecnología, arte y diseño y matemáticas (STEAM) y las capacita para convertirlas en líderes.
"Las economías modernas no pueden funcionar de manera efectiva o rentable si la mitad de la población mundial (las mujeres) no está representada como líder de STEAM. Para que Centroamérica y sus empresas crezcan, necesitan que las niñas aprendan de estas áreas", aseguró Mercedes Peñas.
Además, el Instituto Nacional de Aprendizaje, por medio de su política de equidad de género, incentiva que mujeres se matriculen en programas técnicos no tradicionales, con más contenido tecnológico.
Con base en estadísticas el INA, los cinco sectores en los que ofrecen cursos que tienen menos participación de mujeres son: náutico pesquero, tecnología de materiales, mecánica de vehículos, metalmecánica y eléctrico. Por ello, la institución hace esfuerzos para que estos tengan una participación de al menos 40% de mujeres.
Cerrando brechas
Por primera vez se incorpora a las empresas privadas y a los bancos multilaterales en un proceso de diálogo sobre empoderamiento económico de las mujeres.
Esto, poco a poco, irá cerrando brechas, en la medida en que más empresas se sensibilicen sobre la importancia de que las mujeres laboren para ellos y tengan, además, puestos de poder. Además, cada vez existen más bancos que le apuestan a los créditos específicos para que las mujeres se conviertan en empresarias, cada día más mujeres se interesan en la ciencia y la tecnología y tienen mayor acceso a los estudios.
Es importante también sensibilizar a la población acerca que la discriminación que existe en los hogares y en los espacios laborales, en los que aún no se confía plenamente en las capacidades de las mujeres, se les priva de sus derechos o se les subemplea.
También, queda mucho por hacer con respecto al cuido: encontrar la manera de que más hombres se responsabilicen por el cuido de sus hijos y tengan una crianza equitativa, fortalecer las redes de cuido que se forman en las comunidades y normalizarlas y ofrecer mayor amplitud de horarios en guarderías públicas y privadas, así como flexibilizar horarios en las empresas e instituciones.
Doña Rosa y las demás mujeres de Pedernal de Puriscal, con ayuda del gobierno y de empresas privadas se aliaron para tener un negocio propio: no les tembló el pulso para dedicar largas horas al estudio y a la capacitación, para viajar hasta el Instituto Tecnológico de Costa Rica durante dos años para aprender sobre emprendimiento y manejo de maquinaria. Hoy son capaces de manejar su centro de acopio de frutas, y ya están comenzando a mercadear y vender su producto en ferias y como materia prima para otras empresas, que realizarán alimentos como yogur con acerola. En Puriscal, las mujeres ya se comenzaron a empoderar económicamente. En el resto de Costa Rica el movimiento ya comenzó, solo necesita más fuerza.