Agatha Ruiz de la Prada siempre sabe a dónde va, pues desde hace más de tres décadas, la diversión ha sido su único destino. Lo que redescubre a cada tanto es cómo llegará allí: a través de la felpa rosa chillante en un abrigo, de las chispeantes estrellas dibujadas en unas mallas o mediante ese guiño de ironía que transmite una puerta blindada estampada de corazones.
Ni siquiera la crisis económica en su país, España, ha mermado su tendencia a trabajar con alegría y sin avistamientos de cansancio. En cambio, cuenta que le ha resultado "divertidísimo" socarse la faja. También, siente fascinación por una nueva moda que busca la sostenibilidad y un compromiso ético con el resto de los seres.
Los obstáculos son el motivo para crear. Así lo ve Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat, XII marquesa de Castelldosríus Grande de España, XXIX baronesa de Santa Pau —el nombre de cuna del cual decidió colocar gran parte de sus apellidos al fondo del armario genealógico—.
Por esa visión, y su capacidad para convertir su nombre en una estética y una marca, fue invitada al Festival Internacional de Diseño, realizado en la Antigua Aduana el pasado mes de marzo. Fue allí, después de dar la charla de cierre, cuando conversó con Perfil sobre su trabajo.
P: ¿Que influencia ha tenido para usted la arquitectura, la profesión de su padre?
A: Mucha pero además mi padre era coleccionista de arte contemporáneo. Cuando yo era pequeña en mi casa él tenía la mejor colección de arte contemporáneo de los 60 y 70. Esa época yo la viví muchísimo, la arquitectura y el arte han sido mi hilo conductor.
Para mí, por ejemplo, una casa bonita es más importante, con sus volúmenes. Tengo una idea muy clara sobre ellos.
Recuerdo cuando hicimos una exposición en Perú y llegó un periodista a preguntarme que era más importante: el color o la forma. Todo el mundo cree que para mí es el color, pero no, lo es la forma. Siempre he sido de formas en colores porque la gente se queda con la forma.
P: De todas las cosas que ha diseñado, ¿cuál diría que es la más peculiar?
A: La colección de puertas blindadas aunque ahora tengo una chimenea, enchufes...he hecho libros para bebés ¡Dime que no he hecho! Pero sí, las puertas blindadas son las más bestia de todas.
P: La moda dicta tendencias que gran parte de lo diseñadores siguen de una manera u otra. Por ejemplo, en las últimas pasarelas muchos creadores han incluido referencias a los años 70 ¿Qué tan importantes son esas tendencias en su trabajo?
A: Bueno yo tengo mi equipo y en algo nos influenciará pero, en realidad, a mí siempre me costó mucho lo de las tendencias, es de las cosas que más me han costado en la vida. Pero Agatha Ruiz de la Prada, en sí misma, ya es una tendencia.
P: ¿Que tanto ha cambiado el mercado de la moda de ahora al de aquel en el que inició su trabajo, durante la Movida madrileña (movimiento contracultural acaecido en España los años posteriores a la dictadura franquista)?
A: Cuando empecé era una época divertidísima, mi primer desfile lo hice con 20 años. En la Movida nadie pensaba en el dinero. Solo pensábamos en hacernos famosos. Como yo como no pretendía vender hacía lo que me daba la gana y es un poco lo que he vuelvo a hacer últimamente.
P: ¿Cómo logra divertirse en momentos de crisis en España, donde han tenido que ajustarse la faja?
A:Tengo la suerte de que hasta ajustarme la faja me divierte. Ahora ahorro y digo "pero qué maravilla cuando hemos ahorrado en esto". A mí, que no me gustaban las cuentas, ahora me divierten.
P: ¿Que piensa de la moda ética o sostenible?
A: Es muy importante y espero que no sea una tendencia sino una característica permanente. Por ejemplo, yo estoy en contra de llevar pieles de animales. No las llevo y me da igual si viene la tendencia o si no viene.
P: También ha mencionado, en alguna ocasión, que le gustaría diseñar torres eólicas...
A: Lo bonito es que intentemos todos, desde todos los punto de vista, inventarnos cosas buenas para la ecología. Si encima hacemos que sean bonitas y que sea chic tener una torre eólica, pues mejor.
Uno de mis sueños es ser autosuficiente, que yo tuviera mi propia electricidad. Es una cosa en la que he invertido mucho con pocos resultados, pero que me haría muy feliz.