Imagínese un estadio repleto de personas. Su amigo se ha perdido entre la multitud y usted está situado en la gramilla buscándolo.
Un escenario similar fue el que vivieron por 13 años los científicos del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), en busca del elemento que faltaba para confirmar el “Modelo Estándar”.
Fue hasta el pasado 5 de julio cuando cesó esta indagación, al encontrar esta partícula que explica qué le da su masa a la materia y, por extensión, cómo se formó el universo.
El elemento se llama bosón de Higgs o “partícula de Dios”, un nombre que, ni a la modestia ni al ateísmo del descubridor Peter Higgs, les sienta bien. En primera instancia, el Premio Nobel de Física, Leon Lederman, quería llamarlo The Goddam Particle, que, en su traducción del inglés, quiere decir “la maldita partícula”, por ser esta tan díficil de encontrar. Sin embargo, el nombre no fue acuñado por temerse como insultante.
La partícula fue descubierta este año por la máquina científica más grande y cara jamás construida: el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), ubicado 100 metros bajo tierra de la frontera franco-suiza. Desde allí y por cuatro años, aceleraron partículas hasta casi la velocidad de la luz. Luego, las hicieron colisionar. Este proceso lo repitieron constantemente para recrear las condiciones en que, según la teoría de la Gran Explosión, nació el universo y las partículas que lo componen.
“Nunca pensé que esto sucedería mientras estuviera vivo”, expresó emocionado, el día del descubrimiento, el físico británico Peter Higgs, quien desde 1964 a punta de papel, lápiz y puras ecuaciones matemáticas, predijo la existencia de una partícula nunca vista, pero necesaria para que funcionara el modelo sobre el cual se basa toda la física de la actualidad.
Este tema es de vital importancia, porque si los protones y electrones no tuvieran masa, no habría atómos, y sin ellos, nada de lo que conocemos tampoco existiría. Ni siquiera la gravedad.
Los expertos creen que tras la teoría de la Gran Explosión, el universo se convirtió en una gran sopa de partículas que avanzaron en distintas direcciones a la velocidad de la luz, sin ninguna masa. Cuando se dio la interacción con el campo de Higgs (campo de energía presente en todo el cosmos), ganaron masa y, con el tiempo, se formó el universo.
El hallazgo no solo se ubica como el más importante de los últimos 50 años en este campo, sino que marca una nueva era en la Física moderna. Con este descubrimiento, se podría incrementar la posibilidad de la existencia de universos paralelos, así como la integración de la materia oscura, la energía oscura y la fuerza de gravedad.
Juan José Rodríguez