Con una sonrisa sincera y la mejor actitud, los voluntarios inician su día en la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA Costa Rica 2022 desde muy temprano. Al llegar al Estadio Nacional y el Morera Soto, saludan amablemente a los guardas de seguridad y se dirigen acelerando el paso a sus respectivas áreas, donde sus equipos de trabajo les esperan. Guardan apresuradamente sus bultos y se preparan para la jornada, emocionados y ansiosos, a sabiendas de que viven días cargados de muchas tareas, pero también con la oportunidad de ser parte de la organización y logística de una Copa Mundial de la FIFA.
Detrás de cada uno de los 300 rostros de los voluntarios de la Copa Mundial Femenina Sub20 de la FIFA en Costa Rica hay una historia digna de ser contada. El torneo culminará este domingo 28 de agosto.
El Profe
Guillermo Umaña, 60 años
Guillermo Umaña es biólogo orgánico de profesión y con espíritu de voluntario por convicción. Su pasión por el fútbol y experiencia como instructor de entrenadores lo llevaron ya a formar parte de dos mundiales de la FIFA haciendo lo mismo: voluntario en Competition Management, tanto en Brasil 2014 como ahora en Costa Rica 2022. Para don Guillermo, este rol le permite relacionarse con personas de diferentes culturas y mantener contacto con ellas una vez que el balón deje de rodar.
A sus casi 60 años, nada le impidió participar en este torneo. “Me encanta compartir con otros voluntarios, conocerlos y guiarlos en caso de que lo necesiten. Mis años les pueden ayudar a aprender más rápido” dice amablemente.
Los más jóvenes lo llaman “profe”, y se sientan con él a conversar cada vez que pueden. Don Guillermo les cuenta de sus experiencias como instructor de entrenadores en Estados Unidos durante 30 años, o de cuando les enseñaba a los futuros entrenadores hispanohablantes la materia en idioma español o bien de cuando recibió el galardón como entrenador del año, todo esto ante la mirada de admiración de sus compañeros voluntarios.
“Profe, ¿me ayuda con esto?”, le dice un voluntario a don Guillermo, y él de inmediato le brinda su apoyo. Y como todo trabajo es valioso, no le importa si le piden que barra el piso del centro de voluntarios, pues encantado lo hace. Sus compañeros le preguntan si se cansa de sólo barrer y limpiar las mesas del centro y les responde que no. Para él, esto también es hacer voluntariado.
Este mundial es especial para este vecino de Tibás, ya que ha trabajado con equipos femeninos menores en Estados Unidos, pero especialmente porque se realizó en su amado país, Costa Rica. “Mi deseo es que este torneo pueda motivar a las niñas para que sigan el ejemplo de las jugadoras, que vean su deseo de superación y motivación para alcanzar sus sueños”, agregó.
Don Guillermo será voluntario nuevamente en Qatar 2022 y desde ya planea su viaje para compartir también allá su espíritu de colaboración y ayuda. Se hospedará donde uno de sus antiguos alumnos que vive en Doha y que con gusto lo recibirá para devolverle un poco del cariño que años atrás recibió de él.
Todo terreno
Alix Israel, 40 años
Un voluntario espera en el túnel para entrar a la cancha, junto a sus colegas, con una bandera. Ya lo ha hecho varias veces; sin embargo, se siente ansioso previo a ingresar al terreno de juego. Espera que todo salga bien porque sabe que está representando al país que ama tanto. Y es que si bien sus raíces, por el lado paterno, están en Haití y República Dominicana, por parte de su mamá se relaciona con Siquirres y Guápiles.
Alix Israel, erguido y muy seguro de sí mismo, entra a la gramilla al iniciar la música y hace todo el procedimiento de la ceremonia de recibimiento a los equipos. “Es un honor y una emoción que no puedo describir; en ese momento me pasan muchas cosas hermosas por la mente” dice. La sensación que siente al estar en la cancha con la bandera es única...
Alix, de 40 años, es oriundo de Heredia pero actualmente reside en La Fortuna de San Carlos, aunque también vivió un tiempo en Canadá y la Isla del Coco. Al saber que había sido aceptado como voluntario para el Mundial, se trasladó a San José, pagándose él todos sus gastos, con tal de cumplir un sueño que le hacía falta: participar por primera vez en un torneo de la FIFA.
Asegura que ayudar a otros es su principal vocación en la vida. Ya lo ha hecho anteriormente sirviendo comidas a personas en indigencia, limpiando ríos, e incluso reparando senderos en la Isla del Coco. “Soy un apasionado por el fútbol desde joven y al mismo tiempo del voluntariado, por eso decidí postularme para este mundial tras escuchar un anuncio en un programa de radio. Cuando recibí la noticia de que fui escogido me costó creerlo; revisé varias veces el correo para ver si estaba leyendo bien”.
Alix ya planea qué otro voluntariado vendrá después de esta experiencia, pero antes disfruta al máximo los últimos momentos de la aventura que lo trajo de La Fortuna de San Carlos a San José para contar cómo se vive desde adentro un mundial.
De San Vito para el mundo
Billy Cordero, 18 años
En la entrada del Estadio Nacional, siempre atento y servicial, está Billy Cordero, quien a sus 18 años es uno de los más jóvenes voluntarios del Mundial. Apasionado por el deporte y oriundo de San Vito de Coto Brus, vigila el ingreso del transporte. Billy se inspiró de un video de una voluntaria, quien participó en las Olimpiadas Tokio 2020.
“Vi ese video y me dije ¡qué chiva!, yo quiero participar en un evento así (…) si sale una oportunidad de esas me apunto, y cuando vi que Costa Rica iba a ser sede de un mundial, no dudé en inscribirme”, dice con picardía y complicidad. “Después de la entrevista, tenía temor de que no me seleccionaran por el hecho de ser tan joven, que quizás iban a preferir a alguien con más experiencia” reflexiona. Sin embargo, no fue así. El día que le llegó el esperado correo, no podía con la emoción. Lo habían aceptado para un puesto en el área de Transportes, donde tenía que llevar un control del estado de cada automóvil.
Para participar en este torneo, un primo de Billy le ofreció hospedaje en su casa en Desamparados, por lo que viajó desde su casa en San Vito ansioso pero convencido de que no podía perderse esta experiencia para ver un Mundial desde otra trinchera.
“Lo único triste es que no he podido visitar a mi familia desde que inició el mundial, me hacen falta, pero ya pronto nos reuniremos”. No obstante, disfruta cada momento, no sólo trabajando sino también compartiendo con otros voluntarios. Tendrá mucho qué contar cuando vuelva a casa cargado con un maletín lleno de anécdotas.
Oportunidades para todos
Ingrid Hidalgo, 22 años
Este Mundial también ha sido una increíble oportunidad y reto para mí, Ingrid Hidalgo, pues soy una joven de 22 años, sorda y usuaria de Implante Coclear. Como parte de mis labores en la Copa del Mundo Sub20 Femenina me toca atender el procedimiento de cuerdas en la cancha, cuidando el espacio límite de los fotógrafos, además de organizar las zonas de prensa y colaborar en la atención de medios durante el Mundial.
Al enterarme por un medio de comunicación del voluntariado, de inmediato me postulé, y cuando me aceptaron para el rol de Media Operations me sentí feliz de poder brindar apoyo a los medios de comunicación y aprender cómo se cubre un mundial, qué trabajo hacen los periodistas y cómo se preparan para este tipo de torneos. Ha sido toda una lección de vida que me ayudará cuando ya empiece a trabajar en la profesión que me apasiona.
Pero también hay otra razón muy fuerte para hacer este voluntariado, y es que llegar aquí ha sido un gran reto, especialmente conmigo misma.
Ser voluntaria en este Mundial me permitió abrirme con otras personas, entre ellas mis compañeros de equipo con quienes tengo una relación muy bonita. Y lo mejor de todo, me enamoró aún más de la comunicación deportiva y me convirtió en una persona todavía más apasionada por romper barreras y visibilizar el esfuerzo de los deportistas, no sólo en el fútbol sino también en otras disciplinas.
Ahora entiendo perfectamente por qué las sensaciones se vuelven más fuertes en este tipo de experiencias. Por ejemplo, cuando entran las jugadoras a la cancha las miro detenidamente, observo sus rostros concentrados en un objetivo, y a través de sus miradas imagino cómo se deben sentir en ese momento: tensión y ansiedad de jugar y representar a sus países por medio de este hermoso deporte, sin saber qué viene exactamente en los próximos minutos, pero conectadas con su preparación y la seguridad en sí mismas. Algún día yo espero también ser ejemplo para otros.
El veterano
Gerardo Castro Chacón, 70 años
Nada lo ha alejado de su pasión, ni siquiera las opiniones sobre su talento futbolístico: “no fui sobresaliente… en el barrio dicen que fui malo”, dice Gerardo Castro entre risas, recordando cuando a los 14 debutó en el Deportivo San José y a sus 16 años, en El León de Barrio México.
Hoy, a sus 70 años, su autoestima y capacidad para disfrutar cada segundo del juego lo mantienen con ansias esperando sus “mejenguitas” semanales.
Durante el Mundial Femenino Sub-20, muchos lo vieron en el monitoreo y supervisión del parqueo VIP del Estadio Alejandro Morera Soto. Fue el voluntario de mayor edad y estuvo feliz, porque fue “una valiosa oportunidad” para conocer personas nuevas de diferentes culturas y lo hizo sentir “útil”, demostrándose a sí mismo que aún es capaz de cooperar y ayudar a otros. “A pesar de mi edad, aún puedo brindarle mucho al país y en este caso, al fútbol femenino” indicó.
¡Y qué energía tiene! A este padre de seis hijos y feliz abuelo de cinco nietos nada lo detiene , ni siquiera sus pasados vicios que logró superar y aún menos la edad. De hecho, hace tres años empezó a estudiar aviación, aún a sabiendas de que no podrá ejercerla.
Sí, es un hombre de pasiones. Desde antes de los ocho años asistía con regularidad a la plaza de fútbol frente a su escuela, en el centro de San José, y jugaba todos los días con sus amigos del barrio. Si bien nunca llegó a ser profesional, se mantuvo ligado al fútbol por la vía del servicio. Lo hizo en su querido Deportivo Saprissa en la década de los 90, ya que considera que la parte monetaria no tiene importancia cuando la pasión lidera las acciones.
Sus ganas de ayudar le son inherentes y con esa convicción lo vieron actuar las decenas de otros jóvenes voluntarios del mundial femenino. Había asistido como espectador a los mundiales masculinos de México 86 e Italia 90, donde viajó para vivir el debut de la Selección Nacional de Costa Rica, pero ser voluntario en el Mundial Femenino Sub20 2022 fue una experiencia que agradece a la vida.
Cuando se enteró de la posibilidad de aplicar lo primero que vino a su mente fue “aquí está mi oportunidad de servirle al país, a la Federación y a esta disciplina que me ha dado tanto, porque mi edad, en ningún aspecto y en ningún campo, ha sido una limitante”.
A partir de su experiencia, concluye que este voluntariado es una semilla para el futuro de la disciplina en el país, por lo que no puede dejar pasar la oportunidad de aconsejar a las personas a que “se lancen, que no les dé ningún temor” y se integren dentro de estas experiencias de voluntariado cuando puedan.
Voluntario sin límites
William Flores Saballos, 24 años
William se ganó gracias a su entusiasmo la oportunidad de extender el emblema de FIFA en el Alejandro Morera Soto
Cuando tenía 5 años le diagnosticaron pseudoartrosis, una enfermedad que produce falta de calcio en el hueso y desgaste paulatino del mismo, con alto riesgo de fractura. Hoy tiene 24 años y es estudiante de tercer año de medicina y con una genuina intención de servir a los demás.
Este vecino de Pavas nunca se ha impuesto limitaciones. Es un amante total del fútbol, cuenta con licencia D de entrenador y ha entrenado a algunas categorías del equipo Pavas FC. Por eso no dudó en ofrecerse como voluntario del Mundial Sub-20 Femenino.
El comité organizador tampoco le puso ningún “pero” y al contrario, le adaptó las zonas de trabajo. Luego le encargaron una tarea hermosa y de gran responsabilidad, como lo es el extender el emblema del Mundial en el centro de la cancha… para él un sueño hecho realidad.
¿Qué lo motivó a participar? Algo sencillo, el voluntariado para él significa la oportunidad de servir, ayudar y ser parte de más grupos de amigos. En los tiempos libres entre los mismos partidos hacían juegos de mesa, veían películas, o competían en videojuegos y William en todo participaba. “Me he adaptado muy bien al voluntariado y estar con el grupo me ha hecho sentir muy cómodo, ya que por mi condición física hay algunas circunstancias que son difíciles de adaptar y poco agradables”, asegura. Pero aquí fue diferente: se ganó el cariño de todos y deja muchos amigos después de esta experiencia. “Valió la pena… definitivamente”, asegura con una gran sonrisa.
Varios participantes con habilidades diferentes colaboraron en este Mundial y en futuras competencias muchos más podrían tomar parte. Como dice William “si yo pude, los demás también pueden; debemos siempre actuar pensando en romper barreras, y en que no sabemos si mañana vamos a estar acá”.
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El programa de Voluntariado de la FIFA fue apoyado y respaldado por el Comité Organizador local con el fin de asegurar el bienestar y el disfrute de todas estas increíbles personas que donan su tiempo y talentos para que el Mundial sea un éxito. La ecuación es simple: sin ellos no habría mundial. Los voluntarios son el gran corazón de una Copa del Mundo. Gracias a todos los que hicieron posible que este torneo en Costa Rica fuera un rotundo éxito.
Los autores de estas historias, Ingrid Hidalgo, Natalia Vargas y Fabricio Rosales son estudiantes de periodismo, y junto con la fotógrafa de este reportaje, Fabiola Quirós, participaron como voluntarios en esta Copa Mundial Femenina Sub20 de la FIFA Costa Rica 2022.
Supervisión y edición: Adriana Durán.