Los cuerpos estaban sin cabeza. Catorce. Aparecieron dentro de unas bolsas negras depositadas en una camioneta tipo van . Sus asesinos la estacionaron frente a la Asociación de Agentes Aduanales de Nuevo Laredo. Las cabezas fueron encontradas minutos después, en varias hieleras.
Apenas unas horas antes, otros nueve cuerpos con signos de tortura aparecieron guindando de los barandales de un puente.
Los muertos, 23 en total, fueron las víctimas de la guerra entre narcos, el 4 de mayo, en Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas, territorio de Los Zetas.
En varios estados de México, los muertos se recogen de las calles por racimos. Este año, la guerra entre grupos de narcotraficantes se desató como nunca antes en este adolorido país.
Entre los grupos más sanguinarios y poderosos están Los Zetas y el cartel de Sinaloa.
No hay día en que no aparezcan víctimas de estos grupos , que se apuran a adjudicarse las matanzas como si se tratara de trofeos de guerra.
Así pasó el 4 de junio. Dos camionetas blancas se estacionaron frente a un centro de rehabilitación para adictos en Torreón, al noroeste de México. Los sicarios bajaron de las camionetas y vaciaron sus armas. Resultado: 11 muertos y nueve heridos. Pudo ser cualquiera: Los Zetas o Sinaloa.
Como de película, pero real, la lucha por el control de territorios narco conmueve con armas de grueso calibre, propias de misiones militares, a este país de de 120 millones de habitantes.
La telaraña de la droga allí abarca todos los poderes. El 1.º de agosto, cayó un grupo de altos mandos por tener negocios con las drogas. A esta se le considera la detención más numerosa de militares de alto rango en México: cuatro generales, un teniente coronel y un mayor, uno de ellos subsecretario de la Defensa hasta el 2008.
La prensa no escapa de las balas, las explosiones, los secuestros y las muertes. Ya no se puede informar sobre narco, y menos, investigar. El 4 de agosto, en menos de un minuto, tres enmascarados irrumpieron en uno de los principales diarios del norte de México, El Norte . Ese periódico es uno de los pocos que ha encarado a los mafiosos. En un video, quedó grabado cuando los atacantes rociaron la recepción con gasolina y le prendieron fuego al edificio. Como otros ataques, este quedó en la impunidad.
Hasta ahora, el golpe más fuerte dado a estos narcos ha sido la muerte del cabecilla de Los Zetas, Heriberto Lazcano , el capo más violento. Por su cabeza, Estados Unidos ofrecía una recompensa de $5 millones.
Este, sin duda, es uno de los temas de primer orden que deberá enfrentar el recién elegido presidente, Enrique Peña Nieto .
Ángela Ávalos R.