Corre el año 2012 y una anciana mujer “restaura” una pintura centenaria que se deterioraba en una iglesia de Borja, pueblo de 5.000 habitantes ubicado en Zaragoza, España. El anecdótico resultado trasciende la discusión local y se convierte de pronto en noticia bomba a nivel mundial. En cuestión de horas el fan page de la abuela en Facebook alcanza los 50.000 seguidores. En medio del sunami de “memes”, chistes y bromas, hago una pausa y me pregunto: ¿Será que en serio el fin del mundo está tan cerca? ¿En qué momento los medios de comunicación decidieron tirar la toalla?
La tendencia moderna es clara: lejos de informar, la prioridad ahora es entretener, sino que lo diga Glenda Umaña, quien se bailó a Karina Bolaños y la convirtió en estrella internacional por... ¿15 minutos? Buen trabajo CNN, ¡gracias por la valiosa información! Mientras tanto, en Tiquicia, no nos damos por menos; murió la vaca Milagro y Repretel nos informa: “Todas las mañanas, Milagro esperaba atenta y ansiosa su desayuno compuesto de producto especial y zacate, su dueño sabía que no le podía faltar el pan”.
Sí, la cita es textual. La incomprensible redacción prosigue: “este viernes ella caminó por la finca como lo hacía todos los días, pero hoy era como recordando el lugar que la vio crecer durante 14 años”. Evidentemente Repretel comprende la importancia de la noticia, es por eso que decidió consultar a un especialista en psicología bovina, quien determinó a ciencia cierta que la vaca había caminado esta última jornada “como recordando” sus mejores momentos... Ah caray, ¡qué curioso!
Es claro que invertir en un redactor con los conocimientos elementales que evalúa el Ministerio de Educación en la prueba de sexto grado no es prioridad para el canal. Por el contrario, los recursos se orientaron a producir una nota audiovisual de la mayor calidad para acompañar el texto: música triste, tomas del lugar donde cayó muerta la vaca, tomas de la tumba y una encuesta en el parque de Coronado, donde la noticia “tomó por sorpresa” a los vecinos.
Hasta hace poco, cuando me topaba un reportaje de este calibre, miraba a mi alrededor y exclamaba entusiasta: “¡Buenísima la broma! ¿Dónde está la cámara?”. Sin embargo, con el paso del tiempo y tras una masiva pérdida de neuronas, he aprendido a resignarme: tenemos la prensa que nos merecemos. Ojo: no se trata de un fenómeno local, la ‘cultura del espectáculo’ de Vargas Llosa está más que globalizada, no por nada el artículo más popular de Yahoo! en este momento es “¿Dónde dejaste el sostén, Miley?”.
En medio de tan desolador panorama mediático, surge un nuevo paradigma de la prensa light : la era de la desinformación. Hoy día cualquier dato o suceso falso se convierte en noticia y en el frenesí de las “redes” todos quieren ser los primeros en compartirla. Los medios tradicionales caen en pánico y se prestan al juego, llegando al extremo de reproducir como cierta información satírica publicada por sitios de contenido humorístico como College Humor ( Telenoticias ) y El Deforma (everardoherrera.com).
Frente a la angustia de competir contra todo, la vieja guardia tropieza con la misma piedra una y otra vez, apantallándose con facilidad por cuanta irrelevancia sacude las mal llamadas redes sociales. Así, en la obsesión por ofrecer “primicias” que no son tales, muchos terminan haciendo el ridículo y prestándose a un juego del que más bien deberían distanciarse.
No es tan complicado: precisamente ese debería ser el parteaguas entre el comunicador “profesional” y el usuario promedio de las redes sociales. Mientras este último se vuelve loco compartiendo citas falsas de Morgan Freeman, Fanny Lu y Neil Armstrong, el periodista debe hacer lo opuesto: agotar hasta el cansancio todos los recursos que tenga a mano para comprobar la veracidad de la información que llega a su poder.
Hoy más que nunca el valor de la primicia está sobrevalorado: no hay que llegar primero, hay que saber llegar.