Si a usted le cuesta determinar quiénes fueron los ganadores, permítame confesarle que a mí más. Con absolutoria en lo penal, culpabilidad en lo civil y un juicio paralelo en la opinión pública, sin misericordia en redes sociales, lleno de tergiversaciones y bandos, así en los hogares ticos como en el chat de mejengueros, no pocos perdieron algo. Más fácil resulta el recuento de los daños.
1. Algo perdió Eduardo Li. “Algo” es en realidad poco decir: ingresó como testigo y salió como imputado. El juez lo trató de “prófugo” y su versión lleva ahora el sello de falsedad. Con la reiteración de su “mentira”, según los jueces, salvó a los acusados, pero terminó hundiéndose a sí mismo. Si su paso por prisión ya lo tenía marcado ante la opinión pública, este juicio para nada lo redime. Es sin duda el gran perdedor.
2. Algo perdieron los jugadores. Cada uno recibirá tres millones de colones, poca cosa para mitigar el daño de un juicio que los expuso al escarnio popular. Los memes en redes sociales, las chotas, la reactivación en su contra de los alguna vez llamados ‘Pinto lovers’, ese sector de la afición para el que, más allá de cualquier fallo en tribunales, los jugadores seguirán siendo culpables de no haber aguantado más a un técnico estricto y triunfador. A esa parte de la gradería le importa poco que los jueces no atribuyan la destitución del técnico a la famosa reunión de Navas, Borges, Ruiz, Saborío, Li y Villalobos. De alivio les quedará, según lo determinado por el tribunal, que nunca afirmaron la frase: “Perdemos tres partidos”.
3. Algo perdió Rodolfo Villalobos. Si la verdad es que los jugadores nunca amenazaron con perder partidos, cómo queda parado el tesorero de la Fedefútbol, que en dos sesiones del Comité Ejecutivo no tuvo lo necesario para levantar la mano y decir: “un momentito, don Eduardo: eso no fue así”. En el estrado aseguró no haber escuchado las palabras de Li, lo cual, en caso de ser cierto, lleva a otra pregunta: ¿en qué estaba el hombre que tomaría las riendas de la Fedefútbol? En plena discusión sobre la continuidad de Jorge Luis Pinto, no escuchó eso. El Rodolfo Villalobos que una vez afirmó “Li nos engañó a todos” (en torno al FIFAGate) no se dio cuenta, una vez más, de lo que hizo su antecesor.

4. Algo perdió la Fedefútbol. La Federación, comprometida con la “transparencia”, ha escondido sus cositas debajo del tapete, según el testimonio del querellado y exfederativo Juan Carlos Román: se apagaba la grabadora y no se dejaba constancia en el libro de actas cuando había “temas delicados que no se quería que salieran del Ejecutivo”. Algunos atribuirán esa práctica a los tiempos de Eduardo Li. Algunos dirán que fue erradicada en los siguientes comités, en los que han permanecido integrantes del comité del 2014.
5. Perdieron Adrián Gutiérrez y Juan Carlos Román. Sentenciados en la vía civil, con 9 millones de colones que deberán asumir entre ambos, les quedó claro que no basta con decir ‘yo solo dije lo que Li dijo’. Se libraron de una sentencia adversa en lo penal, pero son responsables de lo dicho y del daño que la revelación pudo causar, por más cariño profesado a los futbolistas en su inesperada declaración de última hora, después de un juicio en el que se habían mantenido calladitos, mientras otros protagonistas como Navas y Pinto andaban en boca de medio país, entre likes y burlas.
6. Algo perdió el juez. La ardúa labor de un juicio complicado, mediático como pocos, se vio salpicada cuando el juez Raymond Porter utilizó el calificativo de “prófugo” para Eduardo Li. Prófugo es quien anda huyendo de la justicia; Li no lo es ni lo fue. En todo caso, lo del expresidente de la Fedefútbol en el FIFAGate corresponde a otro juicio. Quizás por coincidencia, sin duda lamentable, el calificativo fue usado para referirse precisamente al protagonista sobre el cual el tribunal basó buena parte de sus razonamientos. Aunque Porter corrigió el término en su exposición, los abogados defensores no tardaron en cuestionar esa y otras alusiones que consideraron prejuiciosas hacia Li. No extrañaría que el tema aparezca en una casi anunciada apelación cuestionando la posición del tribunal.
7. Algo perdió Jorge Luis Pinto. El técnico ya había perdido tanto en el 2014, cuando sobró quién hablara en su contra, que difícilmente el juicio añadiría una revelación más fuerte. Las nuevas intimidades terminaron convertidas en memes que poco añadieron a la imagen de autoritario más allá de los límites que muchos le endosan. Sin embargo, durante el recién concluido juicio no era extraño que a nivel popular la gente se preguntara o debatiera si Pinto sería declarado culpable. El debate popular lo sentó en el banquillo de los acusados, siendo solo un testigo. Además, le tocó escuchar de nuevo que el equipo prefería su salida, incluido su muy apreciado Álvaro Saborío. Posiblemente más de un club o selección ponga en la balanza, por un lado, lo que se dice de Pinto, y por otro, sus resultados.
No sé usted, pero llegado a este punto me cuesta pensar en otra cosa: en ‘el juicio de la Sele’ hubo más perdedores que triunfadores.