“Espejito, espejito, ¿cuál es el más bonito?”, preguntaba Cristiano Ronaldo, todas las mañanas.
El espejo, en ocasiones tan solo por joder la vida, le respondía con una fingida cara de aflicción: “Messi”.
Otras veces, para no verlo tan obsesionado al pobre, el espejo se deshacía en piropos: “eres tú, Cristiano, el más bonito. ¡Y el más bueno! El más adinerado, el más completo. Pateas con derecha, con izquierda, cabeceas, hacés goles de largo, de media distancia, de cerca, de penal, de tiro libre, de taquito y de chilena”.
Cristiano, entonces, con una sonrisa digna de comercial de pasta para dientes y levantando ligeramente una ceja, como solo lo hacen los galanes de cine, se animaba a preguntarle: “¿Y Messi?”.
El espejito titubeaba: “emmmm... ummm... eeeste... Pues le acaban de dar otro Balón de Oro... ¡Pero no es todo de oro! Tan solo tiene un baño.
“Además, el Messi es bien feo, chiquitillo y se pone unos trajes de ridículo”.
Cristiano, un empecinado en ser el mejor, no dejó de esforzarse y hoy, a sus 32 años, figura en la final de la Champions, casi tiene garantizado el Balón de Oro con el que igualaría a Messi en galardones.
Faltan muchos meses, pero sus logros y, principalmente, su rendimiento, hacen todo muy difícil para cualquier otro candidato. Incluso, Messi.
El argentino, para mayores dificultades, no enfrentará muchos torneos de relevancia que le permitan lucirse, mientras Cristiano tiene por delante la Copa Confederaciones, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.
No fue con el espejito, ni con los rayitos en el pelo, ni con las cejas delineadas, con que Cristiano, cerró una gran Champions (cinco goles ante el Bayern en cuartos de final, tres contra el Atlético en ‘semis’ y dos ante la Juve en la final). No alcanza con cuestionar su aparente vanidad.
Ayer, cuando la Juve dejó de ser la Juve, Cristiano no dejó de ser Cristiano.
Ya no es capaz de meter el acelerador a fondo por la banda, a veces en diagonales, intentando hacerlo todo solo, pero su mutación a jugador de equipo y con más presencia en el área lo han beneficiado.
Dicen que ayer se encontraron tirado el espejo de Cristiano. Entonces, algunos de sus detractores aprovecharon, para preguntarle: “Espejito, espejito, ¿quién es el mejor?”. El espejito con cara de fastidio les respondió: “no sean necios. Hoy es Cristiano; mañana tal vez, Messi; pasado mañana, quién sabe. Déjenme tranquilo. Estoy viendo los goles”.