Venden ideales, al por mayor y al detalle, venden sueños de gol. Venden semillas de buen fútbol.
Venden ilusiones, Benito Floro en párrafos largos y explicativos, de quien intenta convencer; Centeno, en frases cortas, retadoras, de quien intenta impactar.
Venden ideas que los críticos, los escépticos y los incrédulos toman en sus manos y revisan cual botella de vidrio vacía. Incluso, la descorchan a ver qué sale.
Con más irrespeto que irreverencia, dicen que Benito Floro vende humo. A Wálter Centeno le va un poco mejor, con el beneficio otorgado a los debutantes y el crédito disponible (aunque no inagotable) para quien fuera un ídolo en el campo: tan solo lo ven iluso.
Paté promete un equipo sin complejos ni cerrojos, sin encierros, con la pelota al pie, el tome y deme, la posesión, el pase a un toque, la pausa, el cambio de ritmo y el cambio de juego, así contra la Liga en el primer partido en la máxima categoría como hasta el último del campeonato. Jamás meter el bus. Vende un fútbol bonito, al que asegura no renunciará ni siquiera si de entrada son las derrotas quienes le dan la bienvenida a Primera.
Me cuesta creerlo, lo dudo mucho, pero desde ya declaro mi admiración si lo sostiene. Aunque Centeno es hombre de palabra, de hablar como siente, su cometido parece atrevido si se dice desde un equipo pequeño y si nunca ha pagado las facturas de jugar de tú a tú ante equipos superiores.
Benito Floro defiende sus fichajes, casi todos de bajo perfil, pero capaces a su criterio de colarse entre los “15 titulares” de la Liga. Su equipo, por segundo torneo consecutivo, no parece estar conformado para disputarle el título a Herediano o el mismo Saprissa.
Me cuesta creerlo, lo dudo mucho, pero desde ya declaro mi reconocimiento si alguna de sus diez contrataciones se convierte en figura del campeonato nacional. A fin de cuentas, son esos los grandes fichajes, los que a bajo costo, deslumbran.
Por ahora, alcanza con un inicio de campeonato con dos soñadores enfrentados.
Diálogos con Benito Floro.