Pizarra en mano, el estratega de la tierra caliente no se dio por menos. Y también buscó el vestuario con la convicción de que, pese al traspié, su elenco está para más.
Es curioso. Ayer vimos un buen encuentro. Sin embargo, el Cartaginés 2, Puntarenas 0, no alcanzó el nivel de lo espectacular.
Lo que sí logramos fue apreciar la disposición táctico–estratégica de dos conjuntos con cartas de navegación claras; Cartaginés por la cima; el Puerto, con su evidente afán de emerger de la oscuridad.
En esos términos, el 2 a 0 fue un retrato de superioridad. Mas, puesto al revés (0 a 2), el déficit forastero no desmerece el trabajo que intentó Puntarenas, lleno de limitaciones, pero con algunos atisbos del proyecto de un técnico trabajador.
Siempre hay imprevistos. Juan Luis Hernández se vio obligado a agotar el primer cambio a los cinco minutos; entre tanto, a Johnny Chaves le ocurrió algo similar.
Hernández perdió a Franklin Chacón en el minuto cinco, tras una lesión accidental.
Chaves se quedó sin su conducto de salida por el carril derecho, pues el brumoso Carlos Johnson también abandonó por una lesión, igualmente fortuita. Antes, Johnson había sido el eslabón y arranque del primer impacto en las redes de Bryan Zamora, obra de Diego País, tras pase de Valverde, al 23’.
Johnny Chaves incluyó a Pablo Brenes por el lesionado Johnson; bajó a Valverde al carril derecho y colocó a Pablo como creativo en el sector ofensivo izquierdo.
Consiguió dos cosas. Por un lado, la fluidez de Brenes; por el otro, la obligación del técnico rival de poner a Helliut Farrier en función de candado de Andrés Lezcano.
En consecuencia, el creativo naranja, Diego Brenes, se quedó sin Farrier, su socio del toma y dame.
La segunda conquista de Cartaginés fue obra de Pablo Brenes, habilitado por un tiro libre desde la izquierda de Paolo Jiménez, al 58’.
Cosas del futbol. Si bien no fue un gran encuentro, el duelo alternó una vez más la dinámica del cuerpo a cuerpo con el sentido del ajedrez.
Chaves, sereno; la atención dispuesta; Hernández, nervio y trazos cambiantes del
Seres del juego, a toda piel.