Diga que estoy loco. Diga que no sé de fútbol. A lo mejor, padezco más lo primero que lo segundo, pero también viceversa.
Qué puedo hacer si el 4 a 0 ante Estados Unidos me parece solo un pésimo día, un planteamiento equivocado y corregido cuando ya era tarde, un contención menos de lo necesario, un atrevimiento pagado con goleada y eliminación prematura de la Copa.
Escribo estas líneas una hora antes del juego entre la Sele y Colombia. Usted me lleva esa ventaja que dan los hechos consumados. Usted ya sabe qué paso ante los cafeteros, qué versión nos ofrecieron el Macho Ramírez y sus hombres, qué correcciones –si las hubo– podrían devolver la esperanza en un equipo que, un par de semanas atrás, parecía capaz de aspirar a la mejor presentación tica en una Copa América.
Después de dos eliminaciones en primera fase y otro par en la segunda ronda, la quinta incursión costarricense en el torneo continental permitía esperar más, gracias a los muchachos de Brasil 2014, al roce internacional desde entonces sumado, a un técnico pocas veces superado en lo táctico, al liderato en la eliminatoria sin pasar apuros.
Tantos buenos augurios también jugaron en contra.
Como pocas veces –casi diría como nunca, en territorio norteamericano–, la Sele se lanzó encima de Estados Unidos. Joel Campbell apuraba la reanudación del juego cada vez que la pelota salía del campo. El equipo entero presionaba la salida de un Estados Unidos sin margen de un nuevo tropiezo. Lleno de altibajos en la eliminatoria, incluyendo una derrota ante Guatemala, y superado en el primer juego de la Copa América, 2 a 0 ante Colombia, Klinsmann y los suyos llegaban ante la Sele con el equipo gringo más vulnerable de los últimos años –por resultados previos–.
La oportunidad llevó a Costa Rica a más atrevimiento del debido: sin contención –porque Celso no lo es, aunque saque la tarea en más de una ocasión–, quedó desprotegida ante cada contraataque estadounidense.
Los zagueros, sin muchos socios cercanos, también se vieron en problemas a la hora de armar juego. Ante las escasas opciones de pase, crecen las posibilidades de entregar la pelota al rival en plena salida, como sucedió en dos de los goles de Estados Unidos.
El resultado desilusiona, da pena, baja ínfulas, siembra dudas camino a Rusia 2018, pero aunque parezca locura, posiblemente tiene arreglo con un detalle por aquí y otro por allá. Desde ya los espero para el juego a punto de iniciarse.
Usted diga que estoy loco o que no sé nada de fútbol. El Macho Ramírez, en cambio, no está ni una cosa ni la otra. Lo del 4 a 0 no le volverá a pasar en un buen rato.