Cuando una doctora le habló claro a Freddy Loaiza Quesada, hace poco, y le dijo que le quedan tres meses de vida, decidió buscar ayuda a través de las redes sociales para hacer realidad dos sueños.
El hombre que nació el 24 de julio de 1966 en Matina, la semana pasada escribió en el perfil de Facebook de Liga Deportiva Alajuelense que uno de sus anhelos antes de morir es conocer la gramilla híbrida del Estadio Alejandro Morera Soto, un mensaje que varios aficionados manudos replicaron.
Y esta semana, también empezó a escribir en las redes de los medios de comunicación.
“A mí se me eriza la piel con solo pensarlo. Yo soy una persona con discapacidad. Padezco 13 enfermedades y ya los doctores me dijeron que me quedan tres meses de vida. A veces me ponen ocho litros de oxígeno por hora porque me asfixio demasiado, debido a una de las enfermedades que tengo que me la provocó el cigarro”, relató Loaiza, quien vive cerca de Cariari.
Según el dictamen médico que le extendieron este año, sus padecimientos más graves son enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hernia discal L1-L5, insomnio, antecedente de tuberculosis tratada, gastritis crónica, hipertensión arterial, lumbalgia crónica y dislipidemia.
“Tengo 52 años y desde que estaba en el vientre de mi madre, ya yo venía con ese sello rojo y negro. Un taxi para discapacitados cobraría como ¢200.000 para ir a Alajuela y no puedo pagar eso, no tengo esa cantidad de plata”.
Contó que vive con sus dos hijos y que su situación económica no es fácil.
“Uno está en sétimo, en el plan nacional para quienes les cuesta equis materia, y el mayor tiene 18 años y él es el que me cuida, me asiste al baño y me ayuda para todo, cocina y lava. Somos pobres, pero honestos. Los silloncitos ya no sirven, las camas de mis hijos están malas, no tengo trastes, casi no podemos cocinar y me gustaría dejarles a ellos algo porque primero que nada están ellos y ese es mi otro sueño”, relató.
Su silla de ruedas tampoco está en buenas condiciones y le agradece a la Caja Costarricense de Seguro Social que le suministra los medicamentos que requiere.
“El alimento me alcanza tal vez para una semana y después lo que Dios nos ayude. Yo soy un pensionado y me dan ¢133.000 por mes, somos tres, hay que pagar casa, luz, comprar gas y el diario por mes. A mí me queda poco tiempo de vida para lograr los objetivos, los sueños, pero uno no pierde las esperanzas en el médico por excelencia que es Jesucristo”.
Recordó que a diario les dice a sus hijos que “me quiero morir feliz con dos cosas, dejándolos a ellos lo mejor posible y la otra sería compartir con la Liga, abrazar a Jonathan McDonald, a Patrick Pemberton, a todos, porque tengo 52 años de ser liguista. Sería lo máximo estrecharles la mano”.
En su casa tiene un televisor y como es un fiebre, trata de no perderse ningún partido de los rojinegros.
“Solo con cable trabaja y ya prácticamente me lo van a cortar porque no lo voy a poder pagar. Aquí le cobran a uno poco más de ¢14.000 y si no paga los primeros de cada mes hay intereses, pero a mí la pensión me viene hasta el 3 del mes que viene. Serán dos días de intereses que me cobran y yo no voy a poder pagarlo porque tengo que pensar en los zapatos de mi hijo para el colegio y debo pensar en el mayor”, relató.