Como abejas detrás de la reina, las muchachas comenzaron a zigzaguear en pos del balón. Entonces, Fernando Bonilla detuvo el juego, mientras los escasos testigos de la incipiente osadía se cubrían los rostros, en un gesto tácito de "esto no va a funcionar".
Febrero de 1949. El experimento arrancó en Las Delicias, una finca de San Ramón de Tres Ríos, y se extendió como una realidad meritoria a lo largo de 15 años, cuando las chicas rojas y azules del Costa Rica F.C. derribaron mitos y marcaron el trazo pionero de la historia del futbol femenino en Costa Rica.
En las cercanías de cada aniversario del debut, que se produjo el 26 de marzo de 1950, estas madres y abuelas se reúnen a desgranar vivencias y juntan las manos en la renovación de un pacto que convoca y reza. Por la amistad que pervive. Por las imágenes de un ayer inolvidable.
Los Bonilla y cómplices
"¿Qué ocurre ahí afuera?", preguntó María Elena Valverde Coto a su amiga Dora Bonilla. "Nada, que los hombres están hablando de futbol y vos sabés que lo hacen a gritos".
"¡Ah, qué lindo es el futbol!", respondió María Elena. La expresión llegó a oídos de los hermanos Fernando y Manuel Emilio Bonilla, jugadores de Gimnástica Española, quienes vislumbraron en aquel comentario -secundado por las otras mujeres que se encontraban en la reunión familiar-, la ocasión de perfilar un sueño: formar un equipo femenino.
"Durante un año (1949-50) entrenamos de domingo a domingo, sin fallar ni una vez. Los lunes y los miércoles nos reuníamos en la casa de estos hermanos extraordinarios, quienes construyeron un tablero con forma de cancha que les servía para impartir los aspectos teóricos.
"Fernando, con su carácter férreo, nos inculcó el rigor para progresar, mientras que Manuel Emilio (ya fallecido) se ocupó de mantener el ambiente de colaboración y concordia.
"Para poder asistir a la práctica de cada domingo, algunas decían en sus hogares que los entrenamientos eran de baloncesto; yo no, desde el principio en mi casa supieron que se trataba de futbol", expresa doña María Elena.
Los álbumes que la señora Valverde atesora testifican que de 1949 a 1964 el Costa Rica F.C., dividido en las Rojas (Costa Rica) y Azules (América), conformó una constelación que sentó cátedra en los mejores escenarios de Costa Rica, Colombia, México y otros países.
Debate y debut
Todo iba de perlas en los preparativos para el debut. Sin embargo, cuando se le pidió a don Antonio Escarré, a la sazón director de deportes, el permiso para utilizar la cancha del Estadio Nacional, surgieron voces de protesta, "porque las mujeres no podían, ¡ni debían!, jugar futbol".
Que el golpe de la pelota podía afectar la condición femenina, que los tacos eran pesados, que la cancha demasiado extensa y que 90 minutos era un tiempo que las mujeres no soportarían, fueron el caldo de cultivo de la censura.
Cada uno de estos aspectos fue rebatido, en forma brillante, por los hermanos Bonilla y por el doctor Coto Garbanzo, quien fungía como médico del equipo.
"¡Ganamos el debate!", evoca María Elena Valverde. Así, el 26 de marzo de 1950, las chicas tuvieron su debut en un juego de exhibición entre rojas (América) y azules (Costa Rica), en el Estadio Nacional.
Las crónicas de los especialistas de aquel entonces, como Arquero, de La Nación, consignan los créditos de las muchachas, diestras en el manejo de la pelota, bellas y delicadas, a la vez. Inclusive, en la edición del 28 de marzo de 1950, Arquero, quien había vaticinado un ridículo, pidió disculpas, porque "estas señoritas revivieron las grandes jornadas futboleras en su debut".
Lo que siguió a lo largo de 15 años (1949-1964), fue la construcción de un prestigio que no demeritó la tradición legendaria del futbol costarricense en aquella época, donde reinaban los Chaparritos de Oro.
El futbol femenino fue escogido (entre 55 solicitudes presentadas a la Federación Costarricense de Futbol) para jugar el preliminar entre el Deportivo Saprissa y el Real Madrid de España (2 a 4), el 15 de agosto de 1961.
María Elena Valverde Coto, interior derecho del Costa Rica F.C., al repasar las viejas crónicas del continente, evoca y cuenta... "Muchos me comparaban con Murillito" (Alvaro Murillo, gran jugador del Saprissa de los 50) expresa, con legítimo orgullo, mientras un brillo húmedo gana espacio en su mirada.