El camino del infierno siempre está lleno de buenas intenciones. Muchos hombres, a través de la Historia, han pensado y protagonizado ideas equivocadas, han actuado con una brutalidad implacable con su obsesión de la humanidad, pero con claro desprecio a los hombres, y sus acciones han costado el honor y la vida de miles de víctimas inocentes. Recientemente uno de los candidatos de los partidos mayoritarios del país, decía a uno de los periódicos principales del país que se sentía identificado con Robespierre como personaje histórico. Terrible identificación: las palabras siempre nos traicionan y aunque siempre hay márgenes de error, una afirmación semejante nos llena de dudas, miedos y nos aterroriza. Robespierre es quizá uno de los ejemplos más patéticos que existen en el basurero de la Historia.
MaximilienRobespierre (1758-1794) fue uno de los personajes más controvertidos, oscuros y enigmáticos de la historia universal. Napoleón Bonaparte dijo que era "la víctima propiciatoria que su grupo deseaba inmolar". Casi todos sus contemporáneos dijeron que nadie provocaba tantos escrúpulos, aprensiones y desasosiegos como este hombre. Robespierre vivió modestamente, fue de gustos sencillos y de un orden enfermizo. Madame Roland dijo que "era aclamado sin que su rostro demostrara la menor alegría".
El candidato ideal. Es difícil poder explicar los rasgos de su carácter y el rumbo que dio a su vida. Los historiadores franceses en recientes estudios tratan de descifrar algunos de sus rasgos principales. La madre de Robespierre murió cuando él tenía 7 años; su padre, abogado del Foro de la ciudad de Arras, se tornó hipocondríaco y abandonó al niño un año después. Con ayuda de algunos parientes eclesiásticos logró continuar sus estudios con éxito. Fue un estudiante aplicado, aunque sus compañeros lo describen taciturno y amargado, algo torpe, aburrido y mediocre. Fue un voraz lector de Rousseau y de él tomó su idea de la Virtud, de la cual hizo su dogma. El filósofo ginebrino lo trató con crudeza y dijo que Robespierre no había entendido su pensamiento. Además de Rousseau, Robespierre leyó a todos los filósofos de su época, pero su formación jurídica hizo que toda lectura terminara codificada legalmente en su cabeza. Robespierre no lograba conceder ningún conocimiento fuera del derecho.
Su participación política comenzó a edad temprana, y coincidió con la convocatoria de los Estados Generales el 26 de abril de 1789. Para participar en las elecciones, escribió la Advertencia a los habitantes, en que presentó las líneas de lo que él creía era el candidato ideal: el candidato debía ser "incorruptible" y no pactar con nadie que no creyera en principios morales y doctrinarios; además, no podía haber separación entre la vida pública y privada de las personas. Su encendido discurso contra la corrupción le hizo ganar miles de adeptos y fue elegido diputado a los 32 años. Ya en los Estados Generales, con un discurso cuasirreligioso y utilizando sus ideas sobre la corrupción, fue el principal promotor de condenar al Rey sin juicio previo y dijo que la muerte del Monarca -justa o no- era necesaria, lo que le valió hacerse con el poder. Robespierre inauguró el período que se conoce como el "TERROR". Marat, diputado también en la Asamblea, dijo de Robespierre: "Tiene la integridad de un hombre de bien, pero carece tanto de los objetivos como de la audacia de un hombre de Estados". Recientes estudios históricos nos dicen que Robespierre nunca expresó ideas, programas, ni citas literarias en sus discursos, todas sus intervenciones se limitaban a repetir hasta la saciedad que el fundamento único de la sociedad civil es la moral, y a acusar a todos sus contemporáneos sin aportar prueba alguna de sus supuestas acciones. En ningún momento Robespierre desaprovechó la oportunidad para hablar de moral, virtud e incorruptibilidad, por lo que fue llamado "el incorruptible".
La dictadura de la virtud. En el año II de la Revolución Francesa, Robespierre inauguró la "dictadura de la Virtud". Decía que el Terror sostenía la Virtud y que era necesario, porque con él se limpiaba la sociedad y "Dios nos bendice". Afirmaba, además, que cualquiera que no se sometiera a los principios de la "incorruptibilidad" era un delincuente al que había que proscribir y suprimir. Robespierre creó el Comité de Seguridad General para requisicionar todo, cerrar negocios con apenas sospechas de especulación, casas de prostitución y conventos. Sin ningún juicio previo, todos iban a parar a la guillotina en nombre de la virtud. En esos meses de terror, las acusaciones perdieron toda verosimilitud. En un mes, miles de carretas trasladaron cerca de 7.000 personas a la guillotina "por haber depravado las costumbres". No se salvaron ni los niños: el noble sabio Malesherbes fue guillotinado al igual que sus hijos y sus nietos. Robespierre no se inmutaba por estas sangrías, las cuales consideraba necesarias. Se creía predestinado, un ser providencial, el "incorruptible legislador".
Robespierre no fue un excelente orador, más que todo fue un retórico, que aprovechó el momento histórico para inaugurar con un discurso sobre la corrupción y la moral pública un período de Terror. Fue el amo absoluto de Francia por algunas semanas. Encontró adeptos en su partido y en el pueblo, pero el mismo partido de los Jacobinos y sus seguidores, hastiados y horrorizados de las acusaciones sin fundamento y del mar de sangre que el "Incorruptible" había provocado, se aliaron secretamente. Durante una sesión del Consejo, Robespierre fue apuñaleado. Un día después, sin juicio previo, fue enviado a la guillotina. Robespierre fue la víctima de su propia intolerancia. Acabó su vida de la misma manera que, por su mano, murieron muchos de sus partidarios, amigos y enemigos. No en vano siempre es importante escuchar las lecciones que nos da la Historia.