Hace cuatro años los estudios de Unimer crearon conmoción e incredulidad al revelar, entre otras tendencias, que el país se dirigía a una segunda ronda para escoger al presidente de la República. De nuevo en el proceso electoral reciente, Unimer identificó acertadamente las principales direcciones de la conducta del electorado, entre ellas, alto abstencionismo y ausencia de una segunda vuelta. En este sentido, es digno de resalta la interpretación rigurosa de los resultados que hizo el periódico La Nación.
La confiabilidad lograda fue producto de la ejecución rigurosa de estudios sistemáticos y periódicos que emplearon métodos innovadores de investigación social cualitativa y cuantitativa; esto permitió identificar, estudiar y seguir de cerca las tendencias electorales y sus causas. Lamentablemente, el trabajo riguroso y acertado del Programa Unimer-La Nación se ha visto opacado por la afirmación falsa de que "todas las encuestas fallaron". Reseñaré lo que nuestros estudios apuntaron y haré referencia a inquietudes surgidas alrededor del tema de las encuestas, para tratar de opacar los efectos de esa equivocada generalización.
Abstencionismo determinante. Medir este fenómeno fue un aporte fundamental de los investigadores y de las técnicas de Unimer que permitió explicar la conducta del electorado así como la dirección del proceso, incluyendo su definición en la primera vuelta.
El abstencionismo creció en esta elección, pero su causa data al menos de 1995 cuando cuantificamos el desazón de más de la mitad de la población con lo electoral y lo político, lo que permitió vislumbrar su posible incremento en las elecciones de 1998, como efectivamente ocurrió. Las manifestaciones del "combo del ICE" y el surgimiento de una tercera fuerza partidista ayudaron a generar entusiasmo en las elecciones del 2002, razón por la cual el abstencionismo se mantuvo similar en esa ocasión.
En el presente cuatrienio se produjo gran insatisfacción con el desempeño del Gobierno e instituciones públicas, principalmente en los sectores más humildes que se sintieron abandonados y por ello indiferentes y sin deseos de sufragar; igual ocurrió con sectores medios que en el 2002 apoyaron los partidos emergentes, de los cuales se defraudaron porque percibieron su desempeño análogo al de los tradicionales. Los hechos relacionados con las acusaciones a los expresidentes, la percepción de Arias como definido ganador, el "calentamiento" tardío de la campaña a partir de la estrategia del PAC, el alto número de candidatos presidenciales y otros factores llevaron a un rompimiento de gran parte de la ciudadanía con lo electoral, expresado en la decisión de abstenerse en unos y en la persistente indecisión en otros.
En nuestra investigación, desde abril del 2005 hasta enero del 2006, más de una tercera parte de la población expresó que no iría a votar. Los resultados de las urnas (35%) son prueba de que los modernos métodos cualitativos y cuantitativos que utilizamos sí permitieron leer correctamente la realidad social: los costarricenses dijeron la verdad.
Ninguna otra encuesta publicada fue capaz de identificar la magnitud de este fenómeno, en ausencia de lo cual se sobredimensionó el importante grupo de los indecisos y la posibilidad de una segunda vuelta. La falta de metodologías modernas de esas mediciones condujo a conclusiones incorrectas y algunos analistas y dirigentes de partidos fracasaron al tratar de explicar la conducta de los electores. Afirmaron que los ticos mentían, tenían miedo o vergüenza de expresar sus intenciones de voto y, en consecuencia, las encuestas no estaban midiendo lo que la gente haría. La realidad es que quienes nos indicaron que se abstendrían así lo hicieron.
Indecisos y acierto de medición. Igual que en la elección de 1998, una parte del electorado se mantuvo indecisa hasta los días previos a la votación, motivo por el cual el Programa Unimer-La Nación tomó previsiones para hacer estudios tan cerca del 5 de febrero como la legislación lo permitiera. Utilizamos un amplio grupo de electores indecisos (panel y entrevistas a profundidad) para seguir su comportamiento y, a pocos días de la elección, detectamos la acelerada inclinación de estos indecisos a favor del PAC. Con esa información nos dimos a la tarea de cuantificar el cambio con un estudio domiciliar entre el 27 y el 31 de enero. Confirmamos la variación de la tendencia respecto al estudio realizado entre el 15 y el 23 de enero, en el cual Arias mantenía una clara ventaja sobre Solís.
Sin duda hubo un cambio en la tendencia, generado no solo por los indecisos, sino también por electores que decidieron cambiar de candidato en el último momento en favor de Solís. Se dio así el denominado "voto útil". Esta corriente no arrastró a quienes habían decidido abstenerse, tal y como se consignó en este diario, el 2 de febrero, último día permitido por el TSE para publicar encuestas.
Ese día aseveramos que Solís ganó 6 puntos en una semana, Arias perdió 7 y los indecisos (13,5%) se inclinaban más por el candidato del PAC. Al momento de realizar el estudio, se identificó una tendencia descendente en el apoyo para Arias ubicado en un rango de 39 a 46,2% (obtuvo un 40,92% en las urnas). Para el candidato del PAC los resultados indicaban un apoyo del 31,5% con un rango del 27,9% al 35,1% y una dirección creciente, tal y como efectivamente ocurrió, al obtener un 39,8% de la votación. Según los estudios de Unimer, que enfatizaron el alto abstencionismo, no habría segunda vuelta, excepto en el último que mostramos que había una leve posibilidad (1 entre 11) de que ello ocurriera.
La tendencia medida por Unimer entre el 27 y 31 de enero se confirmó a través de un estudio realizado por la UCR el 5 de febrero (www.ucr.ac.cr) que mostró que una de cada cuatro personas que votó por el PAC lo decidió en la semana misma de la elección. Este estudio indicó que, entre otros factores, la propaganda del PAC fue lo que más influyó para votar por su candidato, seguido por sus antecedentes y la posición frente al TLC.
Aunque el tema de la influencia de las encuestas en la decisión de voto ya ha sido resuelto en otras sociedades, como, por ejemplo, en la Comunidad Europea, el estudio de la UCR permite concluir también que las encuestas no tuvieron una influencia significativa en la escogencia de candidato.
Errores y encuestas de salida. Debido a la equivocada decisión de algunos medios de comunicación de publicar encuestas de salida, aunado a la mala costumbre de no asumir la responsabilidad de un desacierto es que se ha extendido la falsa afirmación de que "todas las encuestas fallan". Parafraseando al estimado director de un noticiero de televisión, "en este país la decisión de utilizar encuestas de salida en un telenoticiero es tan atinada como emplear el peine en la cabeza de un calvo".
Para que este tipo de estudio ofrezca resultados confiables exige que la encuesta se aplique a cierta cantidad de los votantes de cada mesa seleccionada en una muestra nacional, siguiendo un orden predeterminado; lo que es prácticamente imposible porque el TSE obliga a los encuestadores a trabajar fuera del centro de votación. Se puede intentar resolver esa limitación si se cuenta con un enorme equipo técnico y de encuestadores (más de 200), lo cual no posee la mayoría de las empresas, que entonces recurren a procedimientos que alteran la confiabilidad de la medición. Ante estas limitaciones, los directores de medios deben saber que proyectar resultados con base en una encuesta de salida, podría llevarlos a resultados desastrosos, y generar injustamente incredulidad en los estudios de todas las empresas encuestadoras, tal y como ocurrió en 1998 y ahora en este proceso electoral.
Crítica y autocrítica. Me refiero también a la saludable crítica que hizo un grupo de académicos de la UCR en relación con este tipo de estudios, resaltando acertadamente que no fallan las encuestas sino quienes las hacen, usan y divulgan. En alguna medida, hemos propiciado el manejo de los resultados de las encuestas como si fuesen "bolas de cristal" y el énfasis en el empleo de datos numéricos precisos en vez de rangos y el contexto de los fenómenos estudiados. Esto ha sido claramente señalado por académicos y acepto que debemos corregirnos y velar por el uso apropiado de la información que generan estos estudios.
Pero no todos estamos libres de culpa, tengo una crítica constructiva que espero que los señores académicos acepten y consiste en la necesidad de ofrecer al país un programa de medición continua y no estudios aislados, ya que esto les habría permitido identificar la magnitud del abstencionismo, indispensable para explicar las tendencias en el electorado.
En la última encuesta de la Escuela de Estadística, cuyo informe aún puede ser consultado en la página de la UCR, realizada al mismo tiempo que una de Unimer, entre el 11 y 22 de noviembre midieron un 11% de abstencionismo y un 4,4% de voto nulo o blanco. Es decir, basados en su estudio, muchos podrían haber pensado que saldría a dar un voto válido más de un 84% de la población. En ese escenario habría segunda ronda porque el apoyo a Arias (36%) "no es suficiente para ser electo presidente". A Solís se le asignaba un 19,9% y quedaba un 18% de indecisos.
Sin embargo, en el informe se expone la posibilidad de asumir que los indecisos se sumen al abstencionismo, creciendo este a un 31%. En este caso, Arias alcanzaba el 44% y Solís el 29% en la primera vuelta, lo cual conducía a los autores del estudio a concluir que todo podría estar definido, ya que con ese supuesto no quedaban indecisos. Mencionada esa posibilidad, la dejan inclinándose más por el escenario de la segunda vuelta. Tal y como lo apuntan en su informe, el estudio profundizó en preguntas sobre la segunda ronda y no sobre el abstencionismo. Lástima que no lo hicieron.
El proceso electoral nos dejó valiosas lecciones, entre ellas, una de las más notables fue la muestra de honestidad intelectual de los académicos al aclarar que no fallaron las encuestas, sino "algunos investigadores", con lo cual el instrumento no pierde credibilidad, sino quienes no lo emplearon rigurosamente. Finalmente, ante la crítica generalizada, se concluye que, si se analizan los estudios publicados y expuestos en la página electrónica de este periódico (www.nacion.com), los investigadores de Unimer, a través de estudios permanentes e innovadores y acordes con la realidad nacional, realizaron un trabajo riguroso que sí permitió explicar acertadamente la conducta de los electores en este reciente proceso electoral.