El 4 de febrero será un día, sin lugar a dudas, de gran júbilo cívico durante las elecciones municipales. Podríamos pensar que por vivir en un país con una fuerte institucionalidad democrática todo el padrón electoral va a ejercer su derecho al voto.
La realidad ha sido otra. Según datos del Tribunal Supremo de Elecciones, en las elecciones municipales del 2020, hubo un 63,7 % de abstencionismo. La cifra demuestra por qué el domingo será un momento para cambiar la tradición.
Habitamos un mundo donde la democracia peligra, especialmente en la región latinoamericana. En Argentina, El Salvador, Nicaragua y Venezuela, por citar los ejemplos más preocupantes, hay una enorme pérdida del sentido de convivir en democracia. Líderes autoritarios y antidemocráticos cada vez toman más fuerza.
Tenemos la gran fortuna, a diferencia de los países mencionados, de que nuestro sistema democrático es tan sólido que no ha caído pese a los ataques que ha recibido y los intentos por debilitarlo.
Ha salido victorioso y fortalecido. Aunque, les soy honesta, todavía falta algo para que salga aún más consolidado de lo que ya está, y es la participación ciudadana en las elecciones.
La participación es la pieza más importante en el sostenimiento de un sistema democrático. Tal vez las decisiones sean tomadas por pocas personas, pero al final la ciudadanía es la que lo permite. Otros deciden, pero nosotros elegimos si ellos lo hacen en su nombre o en el mío.
Debemos pensar que más que una bendición, salir a elegir a quienes nos representarán en nuestras comunidades es un deber para seguir nutriendo la democracia y protegerla de las amenazas.
Es trascendental escuchar y leer detenidamente las propuestas de los partidos políticos, ser críticos y reflexivos, y, a la vez, tener la apertura para escuchar y descubrir qué tienen que decir todas las agrupaciones.
El desafío que vamos a afrontar es la sombra del abstencionismo. En el siglo XXI, las cifras de participación son muy preocupantes, en particular, como señalé al principio, en la última elección municipal. Sin embargo, es una batalla que podemos ganar saliendo a votar.
Podemos hacerlo informándonos y participando, apoyando las candidaturas y disfrutando de nuestro bello ambiente democrático. Somos un país libre, donde no corremos el riesgo de sufrir persecución o pérdida de derechos por apoyar a una persona en particular o no apoyarla.
El pluralismo es la base de nuestra nación. Ese espíritu debemos defenderlo.
La autora es activista cívica de 17 años.