Las frases o dichos deportivos son utilizados con frecuencia como metáforas en círculos empresariales. El hockey sobre hielo se juega y entiende muy poco en el trópico, pero la globalización nos permite atisbos.
Es un deporte rudo, pero sobre todo rápido, rapidísimo. No muy diferente, en este aspecto, del mundo empresarial competitivo de hoy.
Fue el canadiense Wayne Gretzky, uno de los mejores jugadores de hockey de todos los tiempos, quien dijo: “Yo patino hacia donde el disco va a estar, no hacia donde ha estado” ( I skate to where the puck is going to be, not to where it has been ).
La aplicación de esta cita al mundo moderno crece conforme se acelera la velocidad de cambio.
En el mundo empresarial, las presiones de la competencia obligan a prospectar el futuro todo el tiempo; el castigo por no hacerlo es ser víctimas de la disrupción (como Kodak, Blockbusters y muchos otros).
En el sector académico y gubernamental, también hay castigo por no reconocer el cambio que experimenta el mundo, aunque la transformación puede ser menos obvia y el castigo lo paguemos todos.
Cambios ultrarrápidos. Dicen los entendidos que la habilidad de Gretzky para anticipar (¿adivinar, intuir?) la jugada no la ha tenido ningún otro jugador en la historia. En otras palabras, no es fácil saber dónde va a estar el disco.
Para tener una idea de dónde va a estar el disco, debemos estudiar constantemente los nuevos desarrollos e innovaciones, pero también debemos desarrollar reflejos ultrarrápidos para cambiar de dirección a la menor señal de habernos equivocado.
Es difícil imaginar una organización con los reflejos y la anticipación de Gretzky (o de Keylor Navas), especialmente las grandes compañías, exitosas y bien administradas (con procesos confiables y repetibles, poseedoras de controles estrictos, etc.).
Lou Gerstner, después de darle una vuelta casi completa a IBM, escribió un libro intitulado ¿Quién dice que los elefantes no pueden bailar?
Claro está, hay muchas manera de bailar y muchos ritmos. Todo parece indicar que hoy no solo hay que saber bailar, sino también, e incluso más importante, saber cambiar de ritmo rápidamente.
La agilidad en las organizaciones, tradicionalmente, ha sido inversamente proporcional al tamaño de estas. Como no es posible renunciar al crecimiento, el reto es, pues, cómo dotar de agilidad a organizaciones grandes y bien estructuradas.
La tecnología bien empleada es una gran ayuda en la búsqueda de agilidad, especialmente los sistemas de administración de procesos, los cuales permiten a los “dueños” de los procesos administrarlos y optimizarlos sin intervención (o con intervención mínima) de los informáticos.
Pero lidiar con innovaciones disruptivas suele requerir mucho más que una simple administración u optimización de procesos. Cuando el disco está en un lugar totalmente inesperado, los que no la vieron venir terminan jugando en una cancha vacía, como le sucedió a Kodak y a Blockbusters.
El estudio cuidadoso de las nuevas tecnologías, por otro lado, nos ofrece la posibilidad de resolver problemas que antes parecían intratables, de manera elegante y sencilla.
Transporte y energía. Un ejemplo es el problema del transporte en Costa Rica. Un análisis a la luz de la tecnología actual nos lleva a buscar una solución de transporte público y colectivo (hay que reducir el número de vehículos en la calle).
Pero si analizamos por dónde se está moviendo la tecnología automotriz, observamos que en menos de diez años habrá eliminado los choferes humanos, por ser tan peligrosos, y porque los vehículos autónomos requieren mucho menos espacio en las carreteras: simulaciones demuestran que caben hasta ocho veces más autos en las mismas calles.
Así, el problema no es construir tranvías o trenes, o modificar las calles para que los buses transiten más rápido, sino cómo re-capacitar rápidamente a los choferes desplazados, cómo recompensar a los dueños del transporte público y cómo acelerar la introducción de los vehículos autónomos.
Otro ejemplo es el precio de la energía y la contaminación causada por el consumo de combustibles fósiles. Con base en la tecnología actual, para resolver el problema (además de paciencia y resignación) es necesario buscar formas de cambiar los combustibles más dañinos por otros más benévolos, promover el teletrabajo y hallar maneras de eliminar los picos de consumo vía tarifas u otros incentivos.
Al examinar el desarrollo de diferentes fuentes de energía, es evidente la reducción exponencial que experimentan los precios de la solar (mil veces en 40 años) y de las baterías de litio (las hay domésticas de 7 kWh y comunales hasta de 20 MWh). Debemos concluir que el futuro será eléctrico, distribuido y limpio.
Esta observación profunda del futuro redefine el problema a (otra vez) cómo re-capacitar y recompensar a los que viven del negocio de los combustibles fósiles, cómo mover rápidamente todo el transporte para que sea eléctrico y, cómo rediseñar el esquema de generación distribuida con redundancia comunal. Todo esto mientras aceleramos la adopción (vía financiamiento) de paneles fotovoltaicos.
Los vencedores. La disrupción causada por la innovación tecnológica solo hiere mortalmente a los que están viendo pa’l ciprés, a los que se niegan a aceptar el futuro e incluso se resisten poniendo trabas y regulaciones.
Los ganadores serán, además de los que inventan las nuevas tecnologías, quienes la vean venir y tomen las decisiones difíciles temprano, por ejemplo, aceptar que hay muchos puestos de trabajo que van a desaparecer, y en lugar de tratar de evitarlo, invertir en re-capacitación, compensación y adopción rápida. ¿Quién dice que un país no puede bailar?
El autor es ingeniero, organizador del TEDx Pura Vida y presidente del Club de Tecnología.