El Premio Nobel es un reconocimiento que se instituyó como última voluntad del señor Alfredo Nobel, industrial sueco que se sentía culpable por hacerse rico con la invención y posterior producción, a gran escala, de la dinamita para uso en la minería, pero que también fue usada para matar personas en las guerras.
Originalmente el galardón se entregó a figuras sobresalientes en los campos de la química, física, fisiología, medicina, literatura y paz. Posteriormente, el Banco de Suecia, en memoria de su autor intelectual, comenzó a otorgar en 1968 el denominado Premio Nobel de Economía; lógicamente, este último no fue previsto con fondos del “testamento Nobel” y, por lo tanto, técnicamente, es cuestionable su autenticidad, pero igual es entregado junto con los demás premios de la familia Nobel.
En este artículo nos enfocaremos en los Premios Nobel de Medicina y Fisiología, los cuales, al igual que los otros, consisten en una medalla, un diploma y un monto económico que ha variado de acuerdo con los ingresos de la “Fundación Nobel”.
El Premio se otorga anualmente a aquellos científicos que realicen hallazgos que sirvan para mejorar la salud de los seres humanos, los cuales han variado desde la creación del electrocardiograma, la tomografía axial computarizada, el descubrimiento de la insulina, la formulación de medicamentos (antibióticos, quimioterapia), la inmunología y el descubrimiento de microbios que causan enfermedad, o incluso algunos que han servido para su tratamiento como el hongo Penicillium notatum.
Con relación a los premios otorgados desde 1901 hasta el 2011, el análisis de los datos arroja información interesante:
En 110 años el Premio se ha entregado en 101 ocasiones; por lo tanto, y como resulta obvio, no se ha otorgado en nueve ocasiones.
El 25,7% (26) de los Premios se han entregado a 52 científicos, que han realizado investigaciones exitosas con microorganismos como virus (34%), bacterias (23,1%), protozoarios (11,5%), helmintos (3,8%), inmunología relacionada con gérmenes (26,9%) y la creación de la penicilina por el hongo” Penicillium notatum”.
El primer científico galardonado fue Robert Koch (Alemania) en 1901, por el descubrimiento de la tuberculosis; en el año 2011 se le entregó a tres investigadores, Jules Hoffmann (Francia), Bruce Beutler (EUA) y Ralph Steinman (Canadá), por sus trabajos en la inmunidad innata y la inmunidad adquirida ante infecciones.
Como se ve, al menos una cuarta parte de los premios está vinculada con científicos que han trabajado con microbios, lo cual muestra, sin lugar a dudas, que las infecciones siguen jugando un papel importante en la causalidad del proceso salud-enfermedad, produciendo no solo patologías agudas, sino enfermedades crónicas, como la tuberculosis, tumores malignos, como el papiloma humano, el sida y otros.
Lamentablemente, estos 52 investigadores galardonados son nativos de países ricos e industrializados y no existe, hasta el momento, ningún ganador de América Latina, lo cual demuestra que, para buscar el desarrollo en nuestros países, es esencial promover la ciencia y la tecnología.