La mortalidad infantil es un término usado para describir la muerte de un bebé que ocurre entre el nacimiento y el primer año de edad. Si el bebé muere antes de los 28 días, también puede clasificarse como mortalidad neonatal.
La tasa de mortalidad infantil (TMI), es decir, la cantidad de muertes por cada 1.000 nacimientos vivos, es relevante en la evaluación general de la salud de una población, ya que una gran cantidad de factores contribuyen a las muertes de los bebés y afectan la salud de la población en general. Por ejemplo, el acceso a profesionales en ciencias de la salud, medicamentos, agua limpia y alimentos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el año 2022, la tasa de mortalidad infantil (TMI) era de 9,4 por cada 1.000 nacidos vivos. La provincia de Limón registró la TMI más alta (15,5) mientras que la de Guanacaste fue la más baja (5,82). Las causas más frecuentes de muerte fueron las afecciones originadas en el período perinatal (un 42,2 %), las malformaciones congénitas (un 37,45 %) y las enfermedades del sistema respiratorio (un 4,12 %).
La TMI a comienzos del siglo XX se encontraba alrededor de 200 por cada 1.000 y en 1960 era de 74 por 1.000. El descenso no fue uniforme durante largos períodos. Por ejemplo, la TMI de 1955 a 1972 presentó una reducción anual promedio del 2,3 %, mientras que de 1972 a 1980 fue del 12,9 % y a partir de 1980 se observa una marcada desaceleración, una reducción promedio de un 1,1 % menos que la registrada de 1920 a 1960.
Entre los años 2009 y 2022, la TMI varió mínimamente. En el 2009 era de 8,55; en el 2015, de 8,43; y en el 2022 aumentó a 9,41. En Suecia, fue en el 2000 de 2,92 y en el 2016, de 2,6.
Es evidente que en Costa Rica desde el 2009 la TMI ha variado poco. ¿Por qué se da este fenómeno? ¿Por qué la diferencia tan abismal entre las TMI de Costa Rica y Suecia? La respuesta a estas dos preguntas es motivo de discusión entre expertos, pero sin duda alguna tiene relación con las patologías que producen muerte en los niños menores de un año.
Mientras en 1972 la reducción se debió principalmente a una baja en la muerte por diarreas e infecciones respiratorias, en la actualidad las patologías que se asocian a la mortalidad infantil son sumamente complejas y requieren grupos multidisciplinarios de profesionales de alto calibre y equipo tecnológico de punta que apoye la labor de estos profesionales.
Esto no significa que las patologías asociadas a la mortalidad infantil en la década de los setenta eran de manejo más sencillo, sino que el abordaje diagnóstico y terapéutico debe ser distinto hoy.
Si en Costa Rica aspiramos a tener una TMI similar a las de ciertos países desarrollados, como por ejemplo los nórdicos, debemos analizar en profundidad las causas de la mortalidad infantil y preparar a la brevedad posible planes de trabajo que a mediano plazo incluyan la creación de equipos de profesionales en salud especializados y dedicados al manejo de problemas complejos y a invertir en tecnología diagnóstica y terapéutica de punta. Los niños de Costa Rica y sus padres no merecen otra década de estancamiento.
El autor es pediatra infectólogo.
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Mortalidad infantil: los niños de Costa Rica y sus padres no merecen otra década de estancamiento. (Shutterstock)