Como es de conocimiento público, hace pocos días firmé, junto con cinco expresidentes de Costa Rica y veinte expresidentes más de toda Iberoamérica, un manifiesto donde expresábamos nuestra preocupación por los ataques desmedidos a la prensa de varios gobernantes de nuestra América.
Gobernar expone a los gobernantes al escrutinio público y son los medios los que, a favor o en contra, dan a los ciudadanos la información que consideran pertinente para que la opinión pública pueda formarse un criterio sobre el gobernante y su labor.
Este pronunciamiento provocó una airada reacción del presidente de Costa Rica, don Rodrigo Chaves, quien cuestiona la labor que realizamos los gobernantes en el pasado. Cada uno de nosotros, expresidentes, hemos sido juzgados al final de nuestra administración como corresponde y quedan para la historia los resultados, que han sido validados por organismos internacionales.
Un período presidencial no debe ser juzgado sino hasta el final del gobierno, cuando se pueden medir los logros de las políticas aplicadas, los errores cometidos o la falta de cumplimiento de las promesas de campaña.
Por ello, le deseo al presidente Chaves mucho éxito en el desempeño de sus funciones, pues sus logros, al final, serán en beneficio de nuestro pueblo. Le deseo que supere en cifras el crecimiento económico de más del 7 % del PIB que obtuvo nuestro gobierno en 1992 y 1993.
Le deseo nos supere reduciendo los índices de pobreza a niveles inferiores a los que conseguimos llegar, niveles nunca alcanzados en nuestro país y que, hasta hoy, siguen registrando la máxima reducción de pobreza de la historia en Costa Rica.
Le deseo que logre que el desempleo sea menor del 4 %, cifra que alcanzamos al entregar el gobierno. Le deseo que, al final de su mandato, Costa Rica vuelva a ostentar el primer lugar en desarrollo humano en América Latina, tal como lo hicimos en 1994.
Le deseo que durante su administración se construyan más de 96.000 viviendas y supere así el número de casas construidas bajo mi administración.
Le deseo que el déficit del sector público consolidado llegue al equivalente al 1 % del PIB, tal como quedó consolidado en 1994.
Sus logros serán en beneficio de nuestro pueblo y quedarán registrados en la historia al igual que la labor de todos sus antecesores y no serán los medios los que lo certifiquen o avalen, sino el corazón agradecido del pueblo que sabe valorar los alcances y la actuación de cada administración y gobernante.
El autor es expresidente de la República.