Como si se tratara de la película In Pursuit of Happiness, protagonizada por Will Smith, donde relata que la felicidad no llega de la nada, hay que buscarla sin descanso y contra todo obstáculo, esa es la lucha permanente de los migrantes.
Hace más de 20 años, un grupo de mujeres del pueblo Las Patronas del estado de Veracruz, en México, llamadas por ello las Patronas, pasaron del anonimato al reconocimiento internacional porque han visto pasar a miles de migrantes provenientes de todo país del sur y suplicar por comida en su largo recorrido montados en el lomo del peligroso tren llamado La Bestia.
Origen. En 1995, una señora de ese pueblo, que a la vera de la línea férrea venía de la pulpería con pan y leche y en ese momento pasaba La Bestia con migrantes en su lomo, varios muchachos le gritaron: “Madre, ¡tenemos hambre!”.
La señora, sin pensarlo dos veces, les dio el pan y la leche. Conmovida por la súplica de los migrantes, al regresar a su casa la mujer contó lo sucedido y así empezó todo.
Las Patronas encontraron un sentido a la vida por medio de una noble acción humanitaria de cocinar día y noche, sin descanso, para que los migrantes tengan algo de comer para el largo camino.
Empezaron preparando diariamente y de su propio bolsillo 30 lonches, como le dicen en México a lo que en inglés llaman lunch (almuerzo). Con los años aumentó la cantidad de migrantes y debían preparar 400 lonches gracias a donaciones del comercio y del Estado.
Para aquellos hombres, mujeres y niños, viajeros a fuerza de la necesidad económica, la violencia, el desempleo y la pobreza desmedidos que viven en los países de Centroamérica, esa será la única comida que quizá tendrán en días.
Nadie sabe cuándo volverán a tener comida, nadie sabe si llegarán o morirán en el camino. Lo que sí se sabe es que llevan intacta la esperanza por un futuro mejor, esa felicidad negada en sus países de origen.
Portando una foto de la familia como recuerdo a quienes dejaron miles de kilómetros atrás, una o dos mudadas, cinco o diez dólares escondidos hasta en los genitales por los asaltos que enfrentan en el largo camino, los migrantes ya saben que en ese famoso pueblo recibirán comida.
¡Que Dios te acompañe! La Bestia viene del norte y del sur. El que va hacia el norte va lleno de personas con grandes sueños. Pocas veces el tren se detiene en el pueblo y cuando lo hace los migrantes se bajan y reciben en el albergue de las Patronas ropa limpia, se pueden bañar y descansan para continuar al día siguiente. Deben correr al lado del tren hasta colgarse de algún vagón. Muchos lo logran, otros caen y mueren.
Cuando el tren no se detiene en ese pueblo, venga del sur o del norte una o dos veces al día, las Patronas salen al camino con carritos cargados de comida y agua, se ubican en ambos lados de la vía férrea y esperan al migrante para saciar su hambre y su sed. Los maquinistas se han hecho cómplices de esta acción humanitaria y reducen la velocidad del tren de 100 kilómetros por hora a 30.
Las mujeres del pueblo Las Patronas han convertido a los migrantes en sus hijos y al paso del tren les dicen: “¡Que Dios te acompañe, hijo mío, hasta tu destino final!”. Resaltar la labor de las Patronas no es, de ninguna manera, desconocer el trabajo que hacen decenas de organizaciones de los derechos de los migrantes y organizaciones caritativas presentes en los distintos países de Centroamérica y México, y que les brindan seguridad, alimento, albergue y asesoría jurídica.
Michelle Obama dijo una vez en referencia a Estados Unidos: “Miren alrededor, miren quiénes son, dónde estamos reunidos, representan más de 150 nacionalidades, hablan más de 100 idiomas distintos, representan cualquier color posible, cualquier pasado, cualquier fe, cultura y camino en la vida”.
El autor es profesor universitario.