Como tema de portada, el domingo 20 de noviembre, La Nación presentó un desafío que nos concierne a todos por su estrecha relación con el desarrollo sostenible del país. El reportaje, titulado Escuelas fallan al enseñar a los niños a leer y escribir, evidenció que Costa Rica enfrenta el reto de formar a las futuras generaciones con las destrezas de lectoescritura esenciales para participar en la sociedad del conocimiento.
Hoy no basta con saber descifrar palabras y copiar textos: el mundo actual exige la capacidad de comprender lo leído, de razonar y de expresar ideas en forma escrita y verbal. Si los niños reciben estímulos para desarrollar estas habilidades, tendrán mejores oportunidades en el futuro.
La globalización y el creciente uso de las tecnologías de información y comunicación han generado cambios profundos en la forma como vivimos y trabajamos, elevando el estándar de calidad educativa que los individuos y los países requieren para alcanzar una razonable calidad de vida y un desarrollo económico sostenible.
Existe un consenso en que elevar la calidad de la educación comienza por mejorar las competencias de los niños en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias. Estas son las tres áreas que se evalúan en la prueba PISA (Programme for International Student Assessment, por sus siglas en inglés), que se aplica a estudiantes de 15 años y es un referente internacional para medir la calidad educativa.
Los bajos resultados de América Latina en dicha prueba muestran la desventaja de la región en esas áreas medulares de la educación. En la evaluación más reciente, los países latinoamericanos se ubicaron en la parte inferior de la tabla, entre 67 naciones participantes. La calificación de la primera prueba PISA para Costa Rica se conocerá pronto.
Oportunidad para crecer. ¿Por qué interesarnos en la prueba PISA? Según el economista Hanushek, de la Universidad de Stanford, la PISA resulta ser uno de los mejores predictores del crecimiento económico de los países; y es, por ejemplo, mucho más confiable que el promedio de los años de escolaridad alcanzado por su población.
Fortalecer la calidad educativa es fundamental para potenciar el éxito escolar, elevar el número de estudiantes que concluyen la secundaria y, así, reducir la desigualdad social. Es un imperativo para los países que buscan crecer de forma sostenible y proveer de trabajos dignos a su población.
Estudios demuestran que la deserción en la secundaria está ligada a la calidad del aprendizaje durante la primaria, particularmente en áreas como la comprensión de lectura, que determinan la capacidad para aprender.
Según el tercerinforme del Estado de la Educación en Costa Rica, cada año reprueba hasta un 14% de los alumnos de primer grado en Español, y solo 4 de cada 10 logran completar su educación secundaria. Dicho informe subraya la necesidad de fortalecer el currículo educativo en áreas específicas, como los procesos cognitivos relacionados con la capacidad lectora, y destaca el fortalecimiento de la formación de los docentes como “un requisito indispensable para el logro de una educación de calidad”.
En su libro Basta de historias, el reconocido periodista Andrés Oppenheimer también destaca la centralidad de la educación como motor del desarrollo económico sostenible de la región, y afirma que mejorar los resultados de América Latina en la prueba PISA se logra “elevando la calidad de la educación que reciben los maestros”.
En efecto, diversos estudios han demostrado que los docentes son el factor de mayor incidencia en el aprendizaje de los niños. Por eso, es necesario que el país valore el aporte que realizan los maestros a la sociedad e invierta en su actualización, renovando la enseñanza de la lectoescritura con mejores prácticas en el aula.
La pronta divulgación de los primeros resultados del país en la prueba PISA representa una oportunidad para reconocer la importancia estratégica de la calidad educativa en la agenda nacional.
Es hora de que todos apoyemos los esfuerzos dirigidos a mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros niños. La participación continua del país en la PISA y el desarrollo profesional de los docentes son claves para alcanzar esa meta.
Como dice el lema de la asociación “Amigos del Aprendizaje” (ADA), la cual tengo el honor de dirigir, “los niños que leen hoy, escribirán el mañana”.