El filibusterismo legislativo sigue siendo una realidad. Las intituladas “cien horas de Otto” son un ejemplo más de la palpable necesidad de reformar el reglamento interno de la Asamblea Legislativa. Las tácticas dilatorias que hoy don Otto usa para frenar la evasión fiscal y el impuesto a las sociedades anónimas, ayer usaban los diputados evangélicos contra el matrimonio igualitario y mañana usarán probablemente los enemigos de cuanto proyecto progresista llegue a Cuesta de Moras.
Son una paradoja de nuestra democracia: antes que respetarse la voluntad de la mayoría, en nuestro sistema logra prevalecer la terquedad de una minoría.
Oposición nula. Recientemente La Nación publicó algunos cortos videos donde se pueden apreciar intervenciones de don Otto respecto a los proyectos de evasión y de impuesto a sociedad anónimas: discurso pobre, falto de argumentos, escaso en ideas y nulo en aportes.
Estas cien horas de soledad de don Otto, acompañado solo por galletas soda, es un deprimente ejemplo de lo que es pervertir el ejercicio parlamentario. Frente al relativo consenso que se ha logrado en torno a estas iniciativas, que además buscan atender un problema grave y de profundas raíces, como lo es el tema fiscal, la oposición de don Otto simplemente raya en lo absurdo.
El momento que atraviesa el país en términos fiscales es crítico, mientras el financiamiento vía deuda ha aumentado de manera constante en los últimos años, la ciudadanía no ha dejado de reclamar mejor educación, más salud, mejores calles y más policías. Entonces, ¿cómo dar respuesta a estas necesidades básicas con bolsillos rotos?
Llamado a la madurez. Tal y como lo ha señalado el informe Estado de la Nación, tradicionalmente, la tercera legislatura de cada administración es la más productiva, es decir, quedan aún algunos meses antes de que los fervores electorales absorban y desvíen la dinámica legislativa.
Bajo ese entendido, el momento es propicio para que la Asamblea Legislativa avance en la aprobación de legislación sustantiva que le aporte al desarrollo del país.
El fortalecimiento del Incofer es un ejemplo de éxito, el tema fiscal es grueso, sin duda, pero determinante para el futuro del país.
No debemos dejarnos llevar por los egos e intereses que pretendan adelantar innecesariamente la carrera electoral, esto sería un grave error. Antes que eso, hay temas que demandan la atención del Poder Legislativo, aun y con aquellas voces obstinadas en contra que defienden agendas oscuras o medievales con base en cálculos electoreros.
Como ciudadano, como joven, como optimista-defensor de la democracia, exhorto a las diversas fracciones parlamentarias a pensar y a actuar en función de las próximas generaciones antes que de las próximas elecciones.
El autor es relacionista internacional.