Desde enero del 2009 hasta diciembre del 2013, la variación mensual promedio en el índice de precios al consumidor en Costa Rica ha sido del 4,7% anual. Desde hace 41 años, cuando todavía no había nacido cerca del 70% de la población actual, el país no había tenido una inflación promedio tan baja durante cinco años seguidos. Es decir, la mayoría de los costarricenses no está acostumbrada a este fenómeno y a sus beneficios. Ese es un logro especialmente importante para la sociedad costarricense, que debe continuarse. Las razones son las siguientes.
Efectos de la inflación. La inflación baja ayuda a que haya menos pobreza y más producción, inversión y empleo. La inflación alta empobrece más a las familias de menores ingresos, que son las que, lamentablemente, tienen pocas o casi ninguna forma de protegerse de sus efectos. Además, hace que se produzca menos en el país y haya menos inversión y empleo. La inflación alta no solo significa que suben los precios y baja la capacidad de compra de los consumidores. Suben también los costos, y las empresas de todo tamaño enfrentan la incertidumbre de no tener claridad sobre lo que ocurre en los mercados con los precios, en el sentido de si los mayores precios a los que están vendiendo sus productos se deben a una mayor demanda o a una inflación más generalizada. Por eso, reaccionan con más prudencia y no aumentan tanto la producción y el empleo, ante el temor de que se puedan equivocar e incurrir en pérdidas.
Principal objetivo. La inflación debe ser uno de los objetivos de los bancos centrales, porque nadie más que ellos pueden controlar la emisión monetaria, causante principal de la inflación sostenida. Si una sociedad no quiere sufrir los costos de una alta y volátil inflación, su banco central debe usar el monopolio de la emisión monetaria para velar por que los precios suban poco. Sin embargo, los bancos centrales también deben tener otros objetivos diferentes al de la inflación baja, mientras posean los instrumentos efectivos para alcanzarlos. Pero, aun si tienen los instrumentos adecuados, no siempre pueden cumplir varios objetivos simultáneamente. En esos casos, ¿debe siempre un objetivo prevalecer sobre los demás?
Alrededor del mundo, los bancos centrales y muchos economistas, y hasta pensadores políticos de izquierda, por no decir de centro y de derecha, defienden hoy la tesis de que el objetivo de inflación baja debe prevalecer sobre los demás. Esto ha sido así después de la mala experiencia mundial y el alto costo social de las altas inflaciones, acompañadas de altos desempleos de los años 1960 y 1970, provocadas por querer aumentar el empleo con más emisión monetaria. Ya para finales del siglo XX, con raras excepciones, la tasa de aumento de los precios era menor al 5% anual y a los bancos centrales se les había dado el mandato de mantener la inflación baja como su principal objetivo. Costa Rica fue una de las excepciones y siguió con tasas de inflación mayores al 10% anual hasta inicios del 2009, cuando se inició el periodo de baja en la inflación.
Otras metas. En ese contexto, cuando no esté amenazada la inflación, un banco central puede apoyar con más fuerza otros objetivos como el empleo, el crecimiento económico y la estabilidad financiera. Por ejemplo, los bancos centrales ayudan a atenuar los ciclos económicos, siguiendo políticas monetarias expansivas cuando la economía atraviesa la parte contractiva del ciclo económico donde la inflación tiende a bajar, y, con ello, buscan que la actividad económica y el empleo no se vean tan afectados. Eso es lo que hace el Banco Central de Costa Rica (BCCR) desde hace tiempo, igual que muchos otros bancos centrales alrededor del mundo.
El desempleo y su solución. El desempleo que se observa en el país desde hace varios años tiene un componente estructural importante. El desempleo es mayor en los jóvenes y las mujeres, en los trabajadores rurales y de baja calificación y en las actividades económicas cuya importancia relativa va irreversiblemente en caída. No se debe a falta de liquidez o emisión monetaria. Nuestro sistema financiero tiene buena capacidad de financiar la expansión de la economía nacional, y así lo viene haciendo, bajo un manejo razonable y prudente de la emisión y las tasas de interés por parte del Banco Central, como lo demuestran las cifras.
Nosotros no requerimos una política monetaria fuertemente expansiva como algunos la piden, para imitar lo que se hace en Estados Unidos (EE. UU.). A diferencia de nosotros, en EE. UU. el sistema financiero no ha funcionado bien durante el ajuste posterior a la crisis del 2007-2008. En ese país, el crecimiento y el empleo han sido bajos, en parte porque los bancos y sus deudores tuvieron que disminuir su alto endeudamiento, lo cual llevó a una contracción en la oferta y la demanda de crédito y a acumulaciones excesivas de liquidez en los bancos. El Banco de la Reserva Federal tuvo que salir a inyectar liquidez directamente a la economía por fuera del sistema financiero. Ese no es nuestro caso.
Otra diferencia nuestra con EE. UU. es que ellos han consolidado una inflación baja y su meta es, más bien, subirla de nuevo al 2% anual, lo que les da los márgenes de maniobra en materia monetaria para actuar sobre el crecimiento y el empleo. Por el contrario, en Costa Rica la inflación, aunque ha bajado, todavía en las expectativas no se le ve como un fenómeno consolidado en un nivel bajo. Por eso, en nuestras condiciones, una mayor expansión monetaria para tratar de aumentar la actividad económica y disminuir el desempleo terminaría produciendo una subida en la inflación, más inestabilidad, menor producción y más desempleo. Los problemas estructurales de nuestro mercado de trabajo no se curan con políticas monetarias y crediticias más expansivas e inflacionarias. Se curan atacándolos directamente.
Macroeconomía. Además de las estructurales, hay consideraciones macroeconómicas que explican el alto desempleo. Por un lado, la baja actividad económica mundial, que ya ha empezado a mejorar. Por otro, internamente, la incertidumbre sobre las políticas macroeconómicas, en particular, por el alto déficit fiscal y el desconocimiento de cuáles serán las fuertes medidas que se adoptarán para disminuirlo a niveles sostenibles. Esos problemas no se alivian con más emisión monetaria. El de incertidumbre, más bien, se agravaría si se usa la emisión monetaria, pues llevaría eventualmente a más inflación, más desempleo y más inestabilidad en la economía. }
Lo correcto es eliminar la incertidumbre y hacer todo lo posible para mantener los beneficios de una inflación baja como la que se está logrando.