Las autocracias pesan más que las democracias, según un informe elaborado por el Instituto Variedades de Democracia (V-Dem) de Gotemburgo, Suecia. Un 72 % viven en autocracias, frente al 46 % del 2012.
El número aumentó luego de la nueva clasificación de la India dentro de este tipo de regímenes, entre los que se cuentan países autárquicos de Oriente Medio, el norte de África y Asia-Pacífico.
Se dice que la calidad democrática actual se sitúa en niveles similares a los de finales de la Guerra Fría. Las mejores democracias son los países de Europa, Estados Unidos, Canadá y de otros continentes figuran Chile, Australia y Japón.
Expertos del instituto señalan que las primeras libertades que atacan los líderes autoritarios cuando quieren controlar el poder son las de expresión y prensa y a organizaciones de la sociedad civil. Empieza con un proceso en que el gobierno es la única voz autorizada para informar a los ciudadanos de lo que ocurre en su territorio. Esta censura gubernamental persigue el trabajo de los periodistas.
Los investigadores hacen hincapié en la conexión entre desinformación y autoritarismo. La desinformación fomenta la polarización y la división entre los ciudadanos. En el 70 % de los países se ejerce el periodismo en condiciones adversas y dos tercios tienen actores políticos implicados en campañas de desinformación.
El último informe sobre libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras, titulado Los peligros de ‘la industria del engaño’, revela que hace 10 años eran más los países que avanzaban en calidad democrática que aquellos que retrocedían. La situación se revirtió. Según conclusiones de V-Dem, El Salvador, Hungría, la India, Serbia, Tailandia, Guatemala y Burkina Faso son los países donde más avanzó la autocratización en ese lapso. Brasil, Mauricio y Polonia la frenaron en los últimos tres años.
Un dato relevante es que los países autoritarios tienen un peso cada vez mayor en la economía mundial: en el 2022, representaban el 46 % del PIB global, frente al 24 % en 1992. Otro indicador de V-Dem muestra como estos regímenes en la balanza geopolítica sobresalen mediante su papel en la economía internacional.
Las democracias producían el 75 % del PIB mundial al final de la Guerra Fría, en comparación con el 54 % actual. Este estudio calcula que la dependencia de las democracias de la economía de las autocracias se duplicó en los últimos 30 años. Un ejemplo de ello son las materias primas.
Los países más autocráticos tienden a generar lazos económicos entre sí para evitar depender de Occidente. Desde hace 20 años, el PIB de China crece a un ritmo del 6 y 10 % anual en contraste con el 2 % de Estados Unidos, y su cuota anual al PIB mundial en el 2022 fue del 18,5 %. Aun así, en términos relativos, el PIB por habitante que refleja la productividad y el bienestar material de la población sigue siendo mayor en los países democráticos.
El informe concluye que en Occidente la inmensa mayoría de los países siguen siendo democracias plenas y robustas desde hace 50 años. En América Latina, la situación, pese a ser distinta por contar solo con cuatro democracias plenas (Costa Rica, Chile, Barbados y Uruguay), es mejor que a finales del siglo XX, cuando la mayoría del continente estaba bajo regímenes autocráticos.
El problema al que nos vemos enfrentados es la educación. Debemos tomarlo muy en serio. Necesitamos generaciones que alcancen la preparación y madurez necesarias para encaminar la vida en común de manera sensata y ética. Que procuren acabar con la violencia y las desigualdades insostenibles que van contra valores como el trabajo, el mérito y los principios democráticos como la libertad.
Se dice que compartir el saber es el bien público por excelencia. Se produce una fractura social cuando la educación se convierte en un problema crónico. No tutelarla es devorar el porvenir de una nación democrática. Como dice el refrán, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. ¡Qué estamos esperando!
La autora es administradora de negocios.