Concluyó un torneo más del fútbol de la Primera División. Los análisis, balances e interpretaciones predominan, y la mayoría de las instituciones futbolísticas entran en un momento de reflexión, revisión y preparación para el siguiente campeonato. Como rezaba una de las canciones promotoras de una Copa Mundial: el fútbol no para.
La estadística representa una herramienta determinante para tratar procesos evaluativos, corregir sistemas de juego y trabajar en aquellas mejoras identificadas desde el número hasta el dato. Es una de las acciones en las que la ciencia se perfila como herramienta para la planificación y el mejoramiento.
Sin embargo, hay otras dinámicas vinculadas con el desarrollo del fútbol que son urgentes de abordar en todos los niveles involucrados, y que la estadística puede mostrar, pero no es suficiente. Son los procesos educativos, conducentes a mejorar la comprensión de los fenómenos sociales, poblacionales y culturales de una sociedad determinada.
Algo que no resuelve la estadística es el frío escenario de la violencia y la discriminación. El campeonato que acaba de terminar será recordado como aquel en el que las heridas del racismo y la xenofobia fueron abiertas.
Los hechos ocurridos dentro y fuera de la cancha mostraron que somos una sociedad a la que le es urgente intervenir para la sensibilización y la formación, con el fin de que barbaridades discursivas y prácticas no se repitan.
Si el fútbol es un reflejo de lo social, deben prenderse todas las alarmas posibles al hacer el balance de los episodios que mostraron una y otra vez el rechazo y la violencia por color de piel y nacionalidad. En las gradas, la cancha y los espacios de socialización, tales actos muestran una preocupante práctica que debe ser erradicada.
Es urgente, desde todo punto de vista, nombrar las cosas como verdaderamente son para de esta forma tomar acciones correctivas. El fútbol costarricense produjo actos de racismo y xenofobia que deberían avergonzarnos.
Más allá de la exigua posición en el ranquin mundial de la FIFA, hay otras clasificaciones más urgentes de escalar, como el de la convivencia y el respeto por el otro.
A escala internacional, el 2023 nos dejó una preocupante seguidilla de acontecimientos relacionados con el racismo en el fútbol. No es posible olvidar la forma como el jugador brasileño del Real Madrid Vinícius Júnior fue victima de agresiones provenientes de las gradas.
La Liga española tomó cartas en el asunto y sentó precedentes contra los aficionados perpetradores de los hechos. Sin embargo, la erradicación de la violencia, la discriminación, el racismo y la xenofobia no se logra solo con acciones paliativas. Debe haber una resuelta convicción colectiva en que ante la discriminación en razón de origen, nacionalidad o color de piel la actividad deportiva debe detenerse, sea cual sea su importancia.
En Costa Rica, los llamados equipos grandes incluyeron en las ligas menores y cuadros profesionales la formación secundaria y universitaria. Sería conveniente la ampliación en el currículum de asignaturas sobre interculturalidad, historia poblacional y migraciones, entre otras, para tratar de forma integral la comprensión de estos fenómenos en sociedades como la nuestra.
También es urgente trabajar con las aficiones el valor de la integración y la convivencia. Campañas de comunicación bien cuidadas y enfocadas en tales problemáticas serían fundamentales para desterrar el germen del odio sembrado en fanáticos del fútbol.
Una medida interesante sería abrir museos temporales donde se resalte la contribución de jugadores extranjeros, afrocostarricenses y de orígenes diversos no solo al fútbol, sino también a la sociedad en su conjunto.
Termina uno de los años más violentos que la historia republicana recuerde. Debería ser un hecho suficiente para tomar decisiones en la totalidad de los órdenes de la vida nacional.
Para las siguientes competiciones, es un desafío impostergable convertir las canchas en espacios educativos con el propósito de intentar construirnos como la sociedad justa e incluyente que decimos ser.
guillermo.acuna.gonzalez@una.cr
El autor es sociólogo, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA) y Premio Nacional de Literatura 2019 en ensayo.