Con respecto a la inversión extranjera directa, tanto la literatura como la evidencia empírica muestran que por lo general las empresas multinacionales cuentan con superioridad tecnológica y sólidas habilidades de gestión, las cuales son transferidas a las empresas locales en el país anfitrión, especialmente en los países en desarrollo.
Este fenómeno se conoce como derrame de productividad y es considerado una externalidad positiva de la inversión extranjera directa (IED), ya que, gracias a la interacción de las empresas locales con las multinacionales, las primeras obtienen conocimientos tecnológicos y de gestión que les permiten aumentar su productividad, sin que las segundas sean remuneradas por ello.
Un estudio elaborado por el Banco Central encontró que la productividad de las empresas domésticas que se convierten en proveedoras de multinacionales en zonas francas aumenta un 12% el primer año después de iniciarse la relación comercial, mientras que las que proveen fuera del régimen suben su productividad en un 5%.
Se estima un aumento del 7% en la productividad de la empresa local luego de convertirse en proveedora de una multinacional. Lo anterior se asocia al hecho de que posteriormente las nacionales se someten a una serie de cambios interrelacionados, por ejemplo, mayor alcance y calidad del producto, mejores prácticas de gestión y organización y mejor reputación empresarial.
Dada esta evidencia, cabe preguntarse si estamos promoviendo correctamente los encadenamientos productivos en Costa Rica. Es decir, si estamos logrando el nivel óptimo de encadenamientos. La respuesta es que no. Aún falta mucho por hacer. Veamos.
Hallazgos
Un estudio realizado por la Academia de Centroamérica encontró que si bien los encadenamientos productivos han aumentado tanto en valor como en el número de empresas locales encadenadas con multinacionales, la mayoría de los insumos proveídos a las foráneas no son especializados.
En otras palabras, insumos que se vuelven parte del bien o servicio elaborado por estas empresas y, por tanto, su aportación al valor agregado nacional es bajo.
En el sector de las ciencias de la vida, por ejemplo, solo entre un 13 y un 17% del total de las compras locales realizadas por las multinacionales durante el período 2008-2019 correspondieron a insumos especializados. Estos fueron provistos en un 58% por 151 proveedores locales de capital nacional en el 2019.
Una situación similar se presenta en el campo de los servicios corporativos de alta tecnología. Durante el mismo período, la participación de los insumos especializados osciló entre un 8 y un 10%, y el 69 % de estos insumos fueron suplidos en el 2019 por 207 empresas domésticas de capital nacional.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que los encadenamientos productivos entre multinacionales y empresas locales dependen de varios factores habilitantes y de un marco institucional apropiado para atender tanto asimetrías de información como de coordinación entre las diferentes instituciones que deben brindar apoyo a todas estas empresas, en especial a las proveedoras locales.
Se requiere trabajar más en el desarrollo de un marco institucional que permita el diseño, la ejecución, el monitoreo y la evaluación de una estrategia para la promoción de los encadenamientos productivos en Costa Rica. Para ello, es necesario contar con una visión clara sobre tres puntos concretos: cuáles son los problemas por resolver, una buena comprensión de la realidad de lo que se tiene (línea base) y visión respecto a dónde se desea llegar.
Varias consideraciones son necesarias para definir ese marco que genere simultáneamente encadenamientos productivos entre multinacionales y proveedores locales, así como derrames de productividad.
Plan en conjunto
En primer lugar, este objetivo depende de las características de las empresas multinacionales (motivos para establecer sus operaciones, sus estrategias globales de producción y abastecimiento, modelos de entrada y la cantidad de tiempo que han estado en el país anfitrión).
En segundo lugar, depende de la capacidad de las empresas nacionales para absorber el conocimiento y la tecnología a través de su interacción con las empresas multinacionales (capacidad de absorción de las empresas nacionales).
En tercer lugar, depende del clima de negocios del país (regulaciones laborales, propiedad intelectual, acceso a financiamiento, infraestructura, entre otras políticas de desarrollo productivo y gobernanza). En las dos últimas categorías, Costa Rica tiene una gran agenda de trabajo pendiente para alcanzar estándares internacionales.
La atracción de IED (primer factor clave para los derrames de productividad) ha estado dirigida por la triada institucional Comex-Procomer-Cinde, organizaciones que consiguieron posicionar al país como un destino competitivo para establecimiento de subsidiarias de multinacionales, lo que favorece no solo la llegada de más empresas, sino también el crecimiento y las reinversiones de las multinacionales ya en el país. No obstante, la estrategia de atracción de IED puede mejorarse, si se enfocan cada vez más en atraer multinacionales con mayor interés en generar encadenamientos productivos.
De acuerdo con el estudio y entrevistas tanto a multinacionales como a proveedores locales, contrario a lo que sucede con la atracción de IED, no existe una institucionalidad adecuada que atienda los retos relacionados con la mejora en la capacidad de absorción de las empresas nacionales y el clima de negocios en que estas operan.
Si bien existe una Comisión de Encadenamientos, cuya secretaría técnica está en Procomer, la institución carece de una hoja de ruta (estrategia) y un mecanismo de coordinación para obtener resultados concretos. Esta comisión se creó hace más de una década, luego dejó de funcionar en el 2017 y reanudó sus operaciones recientemente, en el 2020.
Para contar con una eficiente estrategia de promoción de encadenamientos productivos y derrames de productividad, es necesario crear una institucionalidad que garantice mejoras permanentes en los tres grupos de determinantes señalados.
Debemos contar con una instancia que permita definir la estrategia de encadenamientos y derrames de productividad, en la cual se señale la agenda para las diferentes instituciones públicas y otros actores, y que sirva como mecanismo de coordinación de los esfuerzos entre todas estas instancias.
Ambas funciones deberían ser responsabilidad del Consejo Nacional de Productividad y Competitividad (CNPC), cuya creación por ley se encuentra en discusión en la corriente legislativa.
El Consejo Asesor del CNPC tendría a cargo apoyar al gobierno en la definición de la estrategia para la promoción de los encadenamientos y derrames de productividad, mientras el Comité Ejecutivo del CNPC dirigiría las políticas de desarrollo productivo que guiarían las acciones para concretar los encadenamientos productivos, de conformidad con lo establecido por la OCDE. Es decir, establecería el plan para alcanzar los objetivos planteados. Adicionalmente, la Comisión de Encadenamientos daría seguimiento a la ejecución de la estrategia, evaluaría su impacto y reportaría sus hallazgos y recomendaciones al CNPC.
Así lo demuestra la experiencia exitosa de países como Japón, Corea, Singapur, Taiwán, Irlanda, Finlandia, Eslovenia y Chile, entre otros. Aunque parezca un cliché, todo depende de la voluntad política para trabajar en este campo. Dicho de otro modo, para hacer lo que sabemos se debe hacer y dejar de hacer lo mismo de siempre.
El autor es presidente de la Academia de Centroamérica.