Entre las imágenes más impactantes de la pandemia de covid-19 se encontraban las de personas jadeando en busca de aire, ya que el oxígeno en su sangre era tan escaso que algunas fallecieron en las ambulancias que hacían fila delante de los hospitales.
En los países más ricos hubo una fiebre de pánico por ampliar la capacidad ventilatoria para tratar el aumento de los pacientes con dificultades respiratorias graves. En países como la India y Kenia, hubo una lucha todavía más desesperada para encontrar cilindros de oxígeno. En los países de ingresos bajos y medios, nueve de cada diez hospitales carecían de equipamiento para proporcionar oxigenoterapia.
Ante los fallecimientos por falta de oxígeno, el Fondo Global de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, Unitaid, Usaid y otras entidades globales se pusieron en acción.
En el marco del acelerador del acceso a las herramientas contra la covid-19, creamos el Grupo Operativo de Emergencia de Oxígeno, con el fin de coordinar la respuesta de emergencia, ampliar el acceso y asegurar los insumos de este elemento.
Desde entonces, el grupo ha logrado invertir más de $1.000 millones en necesidades relacionadas con el oxígeno, principalmente mediante el Mecanismo de Respuesta a la COVID-19 del Fondo Global (C19RM).
Los fondos se han destinado a la adquisición de cilindros de oxígeno y depósitos de almacenamiento masivo de oxígeno, la instalación de máquinas de producción de oxígeno (conocidas como plantas de adsorción por cambio de presión) y formación especializada para trabajadores sanitarios.
Escasez mundial de oxígeno
Por desgracia, esta respuesta llegó demasiado tarde para demasiadas personas, ya que el máximo de la pandemia coincidió con una escasez mundial de cilindros de oxígeno. Para que un hospital cuente con un suministro de oxígeno sostenible son necesarios varios meses, por la necesidad de instalar equipamiento sofisticado y las tuberías correspondientes, y la formación a los trabajadores sanitarios para proporcionar oxígeno en condiciones seguras no se puede hacer de la noche a la mañana.
Después de la fase aguda de la pandemia, el Grupo de Emergencia de Oxígeno pasó a poner énfasis en asegurar un mayor acceso a oxígeno médico de manera sostenible, a fin de que nunca se repita lo ocurrido durante la covid-19. Más aún, es una buena oportunidad para ampliar el acceso a oxígeno médico, incluso sin la amenaza de una pandemia.
La falta de oxígeno en países de ingresos bajos y medios conduce a 800.000 muertes prevenibles al año. Hay recién nacidos que mueren por el síndrome de insuficiencia respiratoria y madres que fallecen cuando las complicaciones del parto derivan en hipoxemia. También mueren por falta de oxígeno las víctimas de traumas graves, como los causados por violencia o accidentes de tráfico, por ejemplo. Sin oxígeno médico no es posible llevar a cabo procedimientos quirúrgicos para una amplia gama de enfermedades, entre ellas el cáncer.
Costaría dar con un mejor ejemplo de una inversión que, al mismo tiempo, refuerce la preparación ante pandemias y salve vidas hoy. Los estudios realizados por la Coalición Every Breath Counts demuestran que los hospitales que ofrecen atención pediátrica con un suministro plenamente sostenible de oxígeno pueden reducir las muertes por neumonía infantil en casi la mitad, y el total de las muertes pediátricas en un cuarto.
Otras iniciativas
Para mantener el ritmo de avance de la ampliación del acceso a oxígeno médico, el Fondo Global y Unitaid, en colaboración con otras entidades, han transformado el Grupo Operativo de Emergencia de Oxígeno en una Alianza Global del Oxígeno, llamada GO2AL. Sus objetivos son proveer apoyo financiero para la producción y suministro de oxígeno, prestar una asistencia técnica y formativa integral, y promover el acceso equitativo.
También los gobiernos nacionales están tomando la iniciativa. Por ejemplo, en abril pasado, el presidente keniano William Ruto y los gobernantes de condados dispusieron $41,7 millones para financiar un programa que distribuirá cilindros de oxígeno médico y depósitos de almacenamiento masivo a centros sanitarios de todo el país.
Con el apoyo del Fondo Global y otras entidades colaboradoras, Kenia, además, está en plena construcción de una red nacional de plantas de producción de oxígeno, depósitos de almacenamiento masivo y canales de distribución de cilindros que aseguren el suministro suficiente para las necesidades de los hospitales y centros de salud primaria del país.
Demasiados murieron por falta de oxígeno en la pandemia del covid-19, y demasiadas personas mueren hoy innecesariamente de otras enfermedades debido a que no hay disponible oxígeno médico de manera regular. Por esta razón, nos hemos embarcado en el proyecto más ambicioso hasta la fecha para mejorar su acceso en los países de ingresos bajos y medios.
Hasta hoy, y gracias a la generosidad de donantes encabezados por Estados Unidos y Alemania, el Fondo Global ha invertido $617 millones para apoyar 98 países y seis proyectos regionales en sus iniciativas para aumentar el acceso al oxígeno. Con ello se salvarán millones de vidas y se mejorará sustancialmente la capacidad de respuesta de los países de ingresos bajos y medios ante futuras amenazas sanitarias.
Desgraciadamente, nada podrá devolvernos a quienes fallecieron por falta de oxígeno, pero gracias a nuestra respuesta unida contra la covid-19, podremos hacer que millones de otras eviten un destino similar.
Peter Sands es director ejecutivo del Fondo Global.
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