Los lanzamientos de naves al espacio ya no son un asunto exclusivamente de política gubernamental de unas pocas naciones; ahora, participan también numerosas empresas privadas.
El esfuerzo no se limita solo a la colocación de satélites; abarca la vastedad del espacio exterior en busca de recursos valiosos, el impulso humano a la exploración y como una potencial salvaguarda frente a cataclismos inimaginables en la tierra.
Mientras tanto, en nuestro planeta, nos encontramos inmersos en interminables debates entre grupos conscientes del problema ambiental, que promueven la reducción de la contaminación, y aquellos más preocupados por su propio beneficio, sin considerar las implicaciones futuras.
El calor que experimentamos en Costa Rica durante marzo, aunque común en esta época, ha aumentado con respecto a años anteriores. La tendencia, atribuida en parte a la contaminación atmosférica causada por gases, trasciende las fronteras nacionales.
En diciembre, alcanzamos el pico del fenómeno de El Niño, medido a partir de la temperatura superficial del mar en el Pacífico americano. Aunque comenzó a disminuir en enero, persistirá hasta mayo o junio, y se manifestará dentro de la región en sequías que han evitado la formación de grandes huracanes en el Caribe.
No obstante, algo inusual ocurrió con esta variabilidad climática: el fenómeno opuesto, La Niña, se presentó previamente durante tres años consecutivos y finalizó en el primer semestre del año pasado, y sin pausa alguna llegó El Niño.
Esta falta de pausa es anormal y subraya un problema mayor que es ignorado intencionalmente por clases políticas conservadoras a escala global: el cambio climático.
La tendencia de aumento gradual en la temperatura atmosférica ha sido exacerbada por El Niño en el 2023 y el 2024, según un estudio publicado en la revista científica Scientific Reports en febrero.
Los científicos chinos alertan sobre los mayores riesgos de temperaturas récord en diversas regiones, incluidas áreas costeras de Asia, Alaska, el mar Caribe y el Amazonas; Costa Rica no se salvó. Estamos en la cuenca del mar Caribe y, además, viajamos en la misma “nave espacial” llamada Tierra.
Los políticos conservadores irresponsables, aliados a intereses que van desde la industria de los combustibles fósiles hasta los mercados financieros, y desde la extracción petrolera de Venezuela hasta la de Noruega, perpetúan una situación que empeora sin cesar.
Costa Rica debe continuar promoviendo y fortaleciendo sus políticas exitosas, tales como la protección de áreas naturales, el sistema de salud pública y las pensiones. Es crucial que los políticos sean conscientes de su posición transitoria y abandonen la negligencia en asuntos como el suministro de agua potable tanto a ricos como a pobres, el tratamiento de aguas residuales o la gestión de desechos, que hagan un alto y cambien la forma en que gestionan el sistema educativo y la seguridad ciudadana.
Nuestro objetivo como sociedad, y no la del gobierno de turno, sea cual sea, debe ser forjar una sociedad mejor para el presente y el futuro y convertirnos en un ejemplo global de consulta para otras naciones, así como ayudar a que no ocurra un cataclismo bíblico.
El autor es director de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional.