Si algo sobra en la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos, son los precandidatos. Y si algo le falta a su inmensa mayoría, son condiciones para gobernar bien.
En número y decepcionantes cualidades, el Partido Republicano va a la cabeza. Ya son diez los aspirantes, y la síntesis de conservadurismo extremo, populismo rampante, oportunismo y ligereza que, en grados distintos, los caracteriza, es deprimente; también, perturbadora. Si el Demócrata se ha volcado hacia la candidatura de Joe Biden, no es tanto por su competencia como presidente, sino por falta de opciones viables. También juega la confianza de que, a pesar de su avanzada edad, un Donald Trump candidato difícilmente podrá derrotarlo. Pero Biden no puede descuidarse de Robert Kennedy Jr., delirante conspiranoico de patricio apellido, a quien apoya un 20 % en su partido.
La dispersión de pretendientes republicanos a la Casa Blanca impulsa el posible triunfo de Trump en las primarias, aunque la sombra de casos penales lo enturbia. Los más recientes en lanzarse fueron su exvicepresidente, Mike Pence, y el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie.
Pence empezó atacándolo con energía, pero quizá solo restará algún apoyo conservador al gobernador de Florida, Ron DeSantis, por ahora el más viable adversario del expresidente. Christie se ha impuesto como misión golpear a Trump, más que obtener la candidatura. Le sobra cómo hacerlo; la duda es si sus ataques, o los de Pence, lo debilitarán con contundencia. Del resto, ninguno ha alcanzado suficiente arrastre. Conclusión: los nueve deberán luchar, simultáneamente, entre ellos y contra Trump. Es fácil imaginar el resultado.
Por ahora, alrededor del 55 % de los republicanos lo prefiere, el doble que a DeSantis. Son los más militantes y viscerales en el partido, no parecen perturbarles sus numerosas ilegalidades, y forman el grupo que más vota en los procesos internos.
La política es volátil, y mucho puede pasar en el año que falta para definir las candidaturas. Sin embargo, un déjà vu del 2020 parece hoy muy probable, a menos que Trump implosione. Si esto no ocurre, presumo que, tras una campaña de extremos, se impondrá la cordura y Biden derrotará a su predecesor. Sería lo mejor, aunque estaría muy lejos del óptimo al que siempre debe aspirar la democracia.
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Ya son diez los aspirantes republicanos, y la síntesis de conservadurismo extremo, populismo rampante, oportunismo y ligereza que, en grados distintos, los caracteriza, es deprimente; también, perturbadora. (Shutterstock)