El potencial de la revolución digital para crear nuevas oportunidades de crecimiento, transformar nuestras economías y sostener la transición verde depende en gran medida de tecnologías que, literalmente, no están en este mundo.
Los modernos servicios automatizados y aplicaciones de inteligencia artificial necesitan para su funcionamiento datos inmediatos y precisos provistos por tecnologías espaciales (sistemas de navegación global, observación de la tierra, seguimiento de datos ambientales y comunicación satelital).
Esto se aplica a la agricultura, el transporte, la energía, la defensa e incluso las finanzas. Los agricultores dependen de los satélites para tomar decisiones acerca de qué cultivos plantar y cuándo; barcos, aviones, trenes y automóviles usan datos satelitales para desplazarse en forma segura y eficiente.
Las empresas de energía necesitan de los satélites para supervisar el funcionamiento de sus redes y mantenerlas; y los servicios financieros usan la información exclusiva que proveen como base para las decisiones de inversión y para el registro temporal preciso de las transacciones.
La Unión Europea ha hecho grandes inversiones en el área, a través de proyectos de varios miles de millones de euros como Galileo y EGNOS (Servicio Europeo de Navegación por Superposición Geoestacionario); el sistema de observación de la Tierra Copernicus y el programa de comunicaciones seguras por satélite GOVSATCOM.
Europa también puede hacer alarde de muchas empresas que están a la vanguardia de la innovación espacial. Pero la inversión europea en tecnologías espaciales, en particular, en sectores estratégicos de veloz crecimiento como el de drones y soluciones de consumo, está rezagada respecto de otros lugares, como Estados Unidos y Asia.
Invertir más en tecnologías espaciales
El lugar de Europa en el mundo del mañana dependerá en gran medida de su competitividad, influencia y capacidad para actuar en forma autónoma. Eso implica invertir más en tecnologías espaciales, muchas de las cuales tienen aplicaciones militares además de las civiles.
Según un informe conjunto (Global Navigation Satellite Systems Investment Report) de la Agencia de la UE para el Programa Espacial y del Banco Europeo de Inversiones, la inversión europea para la investigación en servicios y tecnologías relacionados con los sistemas de navegación satelital creció a una tasa anual compuesta del 5,7% entre el 2016 y el 2019.
Pero el incremento de la inversión anual en investigación de las empresas norteamericanas y asiáticas fue del 8,6% y el 8,7%, respectivamente. Para mantener la competitividad y la autonomía en el área de la tecnología espacial, Europa tiene que invertir cuando menos 42.000 millones de euros ($44.000 millones) en investigación y desarrollo en los próximos diez años.
No menos del 85% de la inversión europea en I+D en servicios de navegación satelital corresponde a apenas cinco grandes empresas. Estos líderes industriales tienen recursos para reinvertir y facilidad de acceso a los mercados de capitales, pero a las empresas europeas más pequeñas se les hace mucho más difícil obtener fondos, sobre todo, en comparación con sus competidoras estadounidenses o asiáticas.
Un factor del retraso de Europa es la falta de capitalistas de riesgo especializados en el sector espacial. Esta escasez obliga a muchas de las estrellas europeas en ascenso a acudir al capital extranjero.
En los últimos cinco años, competidoras norteamericanas y asiáticas compraron participaciones de por lo menos un 5% en 14 empresas europeas del sector de la navegación satelital.
Esas adquisiciones no solo disminuyen la cuota que recibe Europa de los ingresos globales, sino que también le restan competitividad, al reducir capacidades tecnológicas potenciales a lo largo de la cadena de valor de la innovación.
Ayudar a las pequeñas y medianas empresas
Tanto en Europa como en las regiones competidoras, el sector público tiene una enorme participación en la industria espacial. Como banco de la UE, el BEI sostiene la industria espacial europea de diversas maneras: sus actividades crediticias habituales, operaciones de deuda de riesgo, el Fondo de Inversión Europeo (FEI) y varios programas específicos, entre ellos, la Iniciativa CASSINI Space Entrepreneurship (de mil millones de euros), lanzada en enero del 2022, y la nueva Iniciativa Europea de Seguridad Estratégica (seis mil millones de euros), anunciada por el BEI en marzo del 2022.
También se ha invertido en empresas europeas fabricantes de satélites, innovadoras y con gran potencial, como Spire (Luxemburgo), D‑Orbit (Italia) y EnduroSat (Bulgaria).
Pero no es suficiente invertir lo mismo que Estados Unidos, China y Japón, que además de proveer financiación directa para ayudar a las startups espaciales a crecer y madurar, también sostienen al sector otorgando contratos con el Estado a las empresas en ascenso.
De este modo, las compañías estadounidenses, chinas y japonesas obtienen un sello público de aprobación y un flujo constante de ingresos, lo que a su vez las ayuda a convertirse en actores globales importantes.
En la nueva carrera espacial hay tanto en juego como durante la Guerra Fría, solo que esta vez Europa es uno de los contendientes. Pero para seguir en la competencia, hay que esforzarnos mucho más en hacer que las grandes estrellas brillen más.
Y el primer paso es proveer a pequeñas y medianas empresas de este sector crucial más financiación a la medida de sus necesidades, para ayudarlas a crecer y comercializar sus nuevas tecnologías.
El 29 y 30 de junio una variedad de participantes del mercado se reunió en París para examinar estas cuestiones en un taller organizado por el FEI (Backing the Stars of Europe: New Horizons for Private Investment Funds in the Space Sector (Dar respaldo a las estrellas de Europa: nuevos horizontes para los fondos de inversión privados en el sector espacial).
Como muestran los últimos sucesos internacionales, Europa no puede darse el lujo de postergar esfuerzos que garanticen su competitividad y autonomía, tanto en la tierra como en el espacio.
Rodrigo da Costa es director ejecutivo de la Agencia de la UE para el Programa Espacial. Kris Peeters es vicepresidente del Banco Europeo de Inversiones.
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