Columnistas

Esperanza local, odio global

El fenómeno se encuentra tan difundido que Max Roser, economista de la Universidad de Oxford, le ha puesto nombre: “optimismo local y pesimismo nacional”. ¿Cómo se explica?

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SANTIAGO – En Lake Wobegon, el ficticio pueblo estadounidense creado por Garrison Keillor, todos los niños tienen inteligencia por sobre el promedio. La vida imita al arte, no solo en Estados Unidos –y no solo en el caso de los pequeños–. En encuesta tras encuesta, en países tanto ricos como pobres, la gente dice sentirse satisfecha con su vida familiar, contenta con su barrio y optimista sobre su futuro personal. Pero estas mismas personas informan a los encuestadores que su país y el mundo se están yendo directamente al diablo.








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