A cuatro meses de las elecciones, es imprescindible exigir a los candidatos presidenciales poner sus propuestas sobre la mesa, demandarles posiciones claras y precisas acerca de los planes con los que pondrán remedio a los principales problemas.
Lamentablemente, hay que reclamarles transparencia porque, a estas alturas, la ausencia de soluciones puntuales es la norma. También lo es el discurso populista, ambiguo y carente de compromiso. Queda a la vista una estrategia para evitarse broncas con sectores. La verbosidad insustancial es generalizada. Sí, temen perder votos si hablan con sinceridad.
No se vale esa calculada manipulación justo cuando el país necesita decisiones, sin rodeos, sobre todo, porque es urgente aprobar reformas estructurales para salir de la perenne crisis fiscal que ha sido noticia, un día sí y otro también, en las últimas dos décadas.
Infunde temor, y terror, que haya candidatos sin posición firme sobre la agenda de proyectos de ley pactada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese a que hace ocho meses, el 1.° de marzo, esa entidad aprobó las medidas propuestas por el gobierno para estabilizar la economía a tres años plazo, contener la creciente deuda pública y garantizar su pago.
Si Costa Rica se vio forzada a firmar con el FMI es porque políticos, gobernantes y diputados han sido omisos, durante años, para tomar decisiones. Todos han sucumbido a la presión de sectores renuentes a renunciar a privilegios insostenibles, lo cual disparó la deuda a ¢26 billones, más del 60 % del PIB.
El país está en un punto de inflexión: o reduce prebendas, pensiones de lujo y el tamaño del Estado, o condena al ciudadano a un eterno aumento en impuestos y deuda para financiar el monstruoso aparato de 330 instituciones y sus desproporcionados beneficios.
Los electores no debemos tolerar que los presidenciables sigan el juego de sus antecesores de poner la cara para pedir votos, pero la quitan cuando se trata de plantear acciones concretas a fin de acabar con la inmortal crisis fiscal.
Candidatos, renuncien a la parla. Sean honestos. Sepulten el discurso timorato y pongan en la mesa soluciones. Piensen en Costa Rica, no en sus votos. Sepulten la demagogia.
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