Soy una enamorada de la naturaleza y doy gracias porque desde la década de los setenta, cuando no se hablaba de protección de la naturaleza, se tuvo la visión histórica de proteger un importante porcentaje de nuestro territorio como parques nacionales. ¿Qué significa eso? Que esa riqueza pertenece a todos los costarricenses; sin embargo, no siempre la apreciamos.
Al comienzo de año visité el Parque Nacional Corcovado, al que los conocedores denominan “la corona de los parques”, la razón, el excelente manejo que hace el Sistema Nacional de Áreas de Conservación, el equipo de guardaparques, la comunidad de guías comprometidos y años de educación en la población que ha entendido las bondades de la conservación y la protección.
Con 424 kilómetros cuadrados, este pedazo de paraíso cuenta con el 2,5 % del total de la biodiversidad global con más de 8.000 especies. El secreto del parque, a diferencia de otros, es que se respeta el hábitat natural de las especies, es absolutamente prohibido llevarles alimentación y el ser humano es una especie más con la que conviven en un respeto absoluto.
Camino al parque tuvimos la suerte de ver cuatro ballenas (no es la temporada), tortugas, delfines y un tiburón toro. Ya en tierra la experiencia en fauna fue exquisita y tuvimos la oportunidad de ver toda clase de aves, estar a pocos metros de dos dantas adultas en su siesta a la sombra, de saínos y de tantas otras cosas más.
También pudimos departir con un famoso tiktokero (@costaricaguide), muy querido en la zona, al que llaman Nito, pero su nombre es Dionisio, quien a través de sus transmisiones ha atraído a muchos ticos para que conozcan la riqueza de este lugar.
Al preguntarle cuáles son las tres maravillas de este parque para compartirlo con mis lectores, me dijo: “Es un parque que tiene montaña y mar, se encuentra la naturaleza en todo su esplendor y tiene el 2,5 % de la diversidad del mundo. Invítelos a que nos visiten”.
Si esto no es suficiente, la comunidad tomó la decisión de proteger la diversidad de la pesca, por lo que su decisión les garantiza una riqueza de pescados y mariscos, con una maravillosa cuchara, especialmente en los restaurantes locales. La amabilidad tica me recuerda la del pasado y la seguridad que se percibe invita a quedarse.
nmarin@alvarezymarin.com
La autora es politóloga, miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.