Desde hace 26 años una misionera costarricense llegó a un pequeño país del occidente africano para llevar calor maternal y proteger a los niños desamparados, entre ellos, los de un centro de rehabilitación en el que habitan pequeños discapacitados.
Desde hace 26 años una misionera costarricense llegó a un pequeño país del occidente africano para llevar calor maternal y proteger a los niños desamparados, entre ellos, los de un centro de rehabilitación en el que habitan pequeños discapacitados.