Ni la debía ni la temía. Ni tiempo tuvo de portarse mal, o al menos seguir el manual de la estrella caída en desgracia; más bien fue una estrella, estrellada, en el sentido más literal del término.
Ni la debía ni la temía. Ni tiempo tuvo de portarse mal, o al menos seguir el manual de la estrella caída en desgracia; más bien fue una estrella, estrellada, en el sentido más literal del término.