Puriscal
La posibilidad de acostarse temprano está vedada para Rosa Salazar, vecina de San Juan de Puriscal, quien desde hace dos años debe trasnochar para recoger el agua para las labores del día siguiente.
El preciado líquido se va todos los días de 6 a. m. a 9 p. m. Ella está alerta apenas el agua llega para llenar su lavadora y algunas botellas, incluso para compartir.
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“Las vecinas me piden una botella de agua, yo nunca se las niego, pero a veces no tengo ni siquiera para mí. El agua no alcanza para cocinar ni bañarse. Uno nunca se puede bañar como la gente, solo con tarros. Al servicio hay que echarle agua con tarros. Tenemos como seis años de que todos los días cortan el agua, pero desde hace dos años, se puso más bravo y se va todo el día”, contó Salazar.
La puriscaleña vive en una pequeña casa con sus dos hijos y una nieta. Cuenta que una vez, estuvieron tres días seguidos sin agua, y ella fue a hacer una manifestación a la oficina del acueducto, pero no le dieron respuesta.
Uno de los capítulos más difíciles de esta escasez de agua, para Salazar, ocurrió cuando le dio un derrame cerebral a su mamá, quien vive a pocos metros de su vivienda.
“Mi mamá quedó en silla de ruedas. Muchas veces no teníamos agua para bañarla, entonces la limpiábamos con toallitas húmedas. A ella había que cambiarle todos los días la ropa de cama, el agua se necesitaba mucho, pero no teníamos”, añadió.
Salazar dijo que en Acueductos y Alcantarillados (AyA) les sugirieron poner un tanque de captación de agua.
“No hay plata para eso. Nos dijeron que fuéramos al IMAS (Instituto Mixto de Ayuda Social) para que nos ayudaran; fuimos y nos dijeron que no había presupuesto”, relató.