Ocurrió casi un siglo atrás. La pequeña Marta yacía lívida en una cama, con un pie más cerca del otro mundo que de este. Tan mal estaba que hasta le habían tomado las medidas para el ataúd, cual si se tratara de un vestido de madera.
“En sexto grado, tuve una enfermedad de la que nadie se salvaba. No dejaban entrar a nadie porque se contagiaban. Perdí el conocimiento, la vista, ¡todo todo! Yo ya era una moribunda. Según el doctor, me faltaba poco para morir, y llegaron a tomarme la medida de la cajita donde me iban a poner. Fue una semana en la que yo no hablaba ni abría los ojos ni nada, y mis compañeras de escuela llorando afuera”.
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Por razones que nadie explica hasta la fecha, y solo son atribuidas a un milagro, la niña reaccionó y habló para pronunciar “¡San Antonio!”. Desde entonces, Marta Rojas Arrieta es más que devota de este santo franciscano, a quien atribuye una compañía sobrenatural hasta hoy, a sus 106 años, que han estado rebosantes de salud, alegría y amor de sus seres más queridos, muy lejos de aquella escena de infancia próxima a la agonía.
Esta santacruceña es la nueva reina de los más longevos de la llamada zona azul, en la península de Nicoya, Guanacaste, donde residen los ticos que viven más años, y con mejor salud y calidad de vida.
Marta Rojas vive con una incontenible energía, que ella atribuye a una vida ordenada y metódica, combinando una alimentación muy sana, a base de maíz, con la actividad física periódica, la profunda espiritualidad y decenas de manos dispuestas a sostenerla y cuidarla con cariño, entre familiares, amigos y vecinos, tanto de Santa Cruz como de Sabanilla, en Montes de Oca, adonde periódicamente se traslada a vivir.
De enero del 2007 a la fecha, la Asociación Península de Nicoya Zona Azul ha nombrado en ese honorable puesto a ocho personas que superan el siglo de vida, incluida Marta, que hoy destaca como la mayor de los centenarios.
Es un gesto de cariño, respeto y admiración por sus vidas, comentó el fundador de la organización e investigador de la longevidad en esas comunidades, Jorge Vindas López.
Marta Rojas Arrieta sucedió en el trono a María Norberta Marchena Díaz, vecina de Los Planes de Belén, en Carrillo, al morir esta, el 4 de octubre pasado.
Santa Cruz, el lugar donde nació y vive la nueva reina de los centenarios, es parte de la zona azul de Costa Rica junto a Carrillo, Nicoya, Hojancha y Nandayure.
Las otras cuatro zonas azules del mundo son la isla de Cerdeña, en Italia; la de Okinawa, en Japón; Loma Linda, en California (Estados Unidos), e Ikaría, en Grecia.
Dios, alegría y familia
Con una lucidez admirable, Marta Rojas recuerda el relato de Vitalia, su abuela paterna, quien imploró a Dios, con toda las fuerzas de su corazón, que no se llevara a su nieta amada.
Con una lucidez admirable, Marta Rojas recuerda el relato de Vitalia, su abuela paterna, quien imploró a Dios, con todas las fuerzas de su corazón, que no se llevara a su nieta amada.
Con Fabio Carmona Briceño (q.e.p.d.), doña Marta procreó a tres hijos (dos, ya fallecieron), los cuales le dieron ocho nietos (seis sobreviven), y 13 bisnietos.
Su única hija viva, Ana Isabel Carmona, relata que la historia de su centenaria mamá no ha sido fácil: quedó huérfana de madre al año de edad, fue recogida por una vecina quien la crió durante sus primeros años, hasta que su abuela Vitalia se hizo cargo de ella.
Vitalia fue quien le enseñó todas las oraciones que hoy medita de memoria desde mucho antes de la aurora. La primera oración que le enseñó a rezar fue el santo rosario. También le inculcó disciplina, devoción y orden.
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Según Jorge Vindas, en la zona azul de la península de Nicoya hay 52 centenarios. Ahí reside un 66% de los que hay en Guanacaste. Estos centenarios han resistido la pandemia. Solo uno falleció, y cuatro enfermaron pero superaron con éxito la infección.
En Costa Rica, hasta el 6 de junio pasado, se registraban 797 personas de 100 años o más, según los datos del padrón electoral facilitados por la Asociación Península de Nicoya Zona Azul: en San José viven 295; en Alajuela 151; en Guanacaste 78; en Heredia 74; en Puntarenas 74; en Cartago 69 y en Limón viven 45. Otros 11 ticos centenarios residen fuera del país.
Profunda espiritualidad
Si algo aprendió Marta de su abuela paterna fue a rezar, pero a hacerlo con una fe que conserva hasta hoy, cuando levanta sus brazos al cielo no pocas veces al día, en señal de agradecimiento, y también de súplica por los sufrimientos del mundo, pandemia incluida.
Fue inmensamente feliz cuando su hija, Ana, le cumplió el sueño de su vida de recorrer los lugares santos de Europa, entre estos la basílica de su santo de cabecera, San Antonio de Padua, en Italia, y el santuario de Fátima, en Portugal.
Para sus 100 años, su familia se reunió para hacerle realidad la fiesta que nunca pudo tener de adolescente por las estreceches económicas de aquellos tiempos, en su natal Santa Cruz.
A Marta se le ilumina la cara cuando recuerda que a sus 100 celebró los soñados 15: “Yo ya vieja... ¡imagínese! Ana me buscó un vestido bien lindo, y la nieta Sandra, que me quiere mucho, se dedicó a arreglar toda a su abuelita. Ese día, volví a cumplir 15 años”, revive con alegría al reconocer que no paró de bailar en toda la fiesta.
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Sus hijos, nietos y bisnietos han crecido a su amparo. Ana recuerda las deliciosas comidas que salían de manos de Marta: tortilla revuelta, picadillos con hojas de quelite, rosquillas, tamal de elote, empanadas de maíz rellenas de queso dulce, arroz con leche, arroz con pollo, cajetas, atolillo, pinolillo, horchata...
“La vida es un regalito que Dios nos da. ¿Usted sabía eso? Es un regalito que nos da y hasta que Él nos diga”, asegura quien siempre ha estado dispuesta a aceptar la voluntad del Supremo.
Entre los más longevos
Cinco comunidades de la península de Nicoya comparten con cuatro sitios en el mundo el título de tener a los ciudadanos más longevos del planeta.
FUENTE: REGISTROS PERIODÍSTICOS DE LA NACIÓN. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.