
Este miércoles fue el último día de trabajo en el Hospital Calderón Guardia de uno de los rostros más visibles para hablar de la prevención de la covid-19. El especialista en medicina interna y cuidados intensivos, Marco Vinicio Boza llegó a su jubilación, pero no “se quedará quieto”, como él mismo lo admite.
“Me queda mucho por hacer. Pienso seguir trabajando como internista en la parte privada, como educador en salud pública, seguir aceptando invitaciones de los medios de comunicación para seguir llevando educación e inspiración a las personas”, manifestó a La Nación.
Él trabajó 36 años como médico, 34 de ellos para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Los últimos 19 meses, sin embargo, fueron “punto y aparte”, como define. El “coronafurris”, como él llama a la covid-19, vino a cambiar su vida y su trabajo por completo. Lo que había visto en décadas anteriores en cuidados críticos no se comparaba con lo que él y sus compañeros estaban viendo en esos momentos.
“Sí, estábamos acostumbrados a ver casos muy críticos, muy graves, a ver gente morir, pero usualmente era de un 12%, un 14%. Con covid-19 comenzamos a ver que el 50% de gente que llegaba fallecía. Fue un impacto muy grande”, recordó.
También hubo pacientes que lo marcaron: “recuerdo a uno, de unos 40 años, joven, sin enfermedades complejas de fondo. Él no se cuidaba, sentía que podía vivir su vida como antes de la pandemia. Él contagió a su mamá y su mamá falleció. Él estaba muy grave. Ambos murieron”, recordó.
Hablarle a la gente
Pero su lucha en primera línea de la pandemia no se limitaba al Calderón Guardia. Fue seleccionado como vocero y allí también comenzó un aprendizaje para él.
“Nosotros estamos acostumbrados a hablar en términos muy técnicos que la gente no entiende. Tenemos que generar cercanía con las personas, que nos entiendan, que entiendan por qué les recomendamos una cosa u otra. Ha sido un aprendizaje bonito, que me ha acercado a mucha gente”, comentó.
Por eso mismo le seguirá hablando a la gente con esa forma directa, pero cordial y afable que lo caracteriza: “al coronafurris hay que seguirle dando batalla, es un trabajo de todos. Hay cosas que seguiremos diciendo, como el uso de mascarilla y el buen lavado de manos, y, por supuesto, la vacunación”.
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Preparación
Al hacer memoria de sus años de trabajo, Boza afirma que todas las décadas de trabajo lo llevaron donde están. Su primer contacto con cuidados intensivos fue lejos del Calderón Guardia que hoy lo ve pensionarse.
“Comencé en 1985, en el Hospital de Limón. Al año se decidió implementar una unidad de cuidados intensivos sencilla, con dos camas, para los casos más complicados. Ahí trabajé tres años, luego decidí que quería seguir estudiando y el Calderón Guardia, mi hospital de formación, me acogió para ese proceso”, rememoró.
En febrero de 1991 regresó a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Tony Facio, en la provincia del Caribe. Allí, con dos pacientes críticos, lo sorprendió el terremoto del 22 de abril a las 3:57 p. m.
“De lo más difícil que he vivido, porque el hospital quedó muy mal y debíamos ver cómo trasladábamos a esos pacientes”, relató.
Aquellas vivencias lo prepararon para lo vivido con covid-19. Tiempo después, cuando comenzó su residencia en Medicina Crítica, lo vivido en Limón lo impulsó a seguir.
“Limón es una etapa muy importante para mí. Después de eso regresé a San José, a formar el hospital universitario de la Unibe, que después fue clínica universitaria. Al tiempo, mis compañeros del Calderón Guardia me dijeron que se necesitaba personas en cuidados intensivos, que regresara”, recalcó.
Y esto también lo fue llevando a diferentes comités de emergencia. Estuvo en el de AH1N1, cuyo golpe en el país no fue tan brusco como se creyó. Y con otras enfermedades que nunca llegaron, como la influenza aviar AH5N1 o del ébola.
“Todo esto nos fue preparando para covid-19 y para seguir en la lucha”, subrayó.
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¡Vacúnense!
Su mensaje hoy para la población es claro: “¡Vacúnense! La diferencia entre los vacunados y no vacunados es muy grande”.
Boza asegura que los pacientes que ven, tanto en las camas hospitalarias como en las morgues no están vacunados.
“Yo ya tengo mis dos dosis y estoy a la espera de si me llaman a una tercera para írmela a poner. Es lo más importante que tenemos en este momento. Vacúnense por favor”, concluyó.
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