
La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) dispone de 359 camas de cuidado intensivo para el combate de la covid-19. De ellas, 116 son para los enfermos en situación más delicada y por eso se les conoce como cuidados intensivos críticos.
El ritmo actual de internamientos en pacientes cada vez más graves tiene al tope estas últimas unidades y se está cerca de llegar también a la capacidad máxima en las camas severas.
La tarde de este domingo 20 de diciembre había disponibles cinco camas para pacientes críticos: una en el Hospital San Juan de Dios, en el centro de San José, dos en el Escalante Pradilla, en Pérez Zeledón, y otras dos en el Centro de Atención Especializado de Covid (Ceaco), también en la capital.
Aún cuando sí hay camas disponibles para los pacientes que están severos (las otras 233 en Unidades de Cuidado Intensivo, UCI) y hay camas de salón para las personas más estables, no es posible convertir estos espacios para quienes requieren de una UCI crítica.
Según Mario Ruiz Cubillo, gerente médico de la CCSS, la noche de este sábado cuatro personas necesitaron una UCI crítica y no había campo para ellos, por lo que tuvieron que esperar. En un inicio se les ubicó en una UCI severa, pero que no tiene todos los requerimientos para sus necesidades.
“Estamos en una situación muy crítica. La más crítica que hemos visto. Es la primera vez que tenemos que poner en fila pacientes que requieren de cuidados intensivos críticos. Están llegando pacientes muy delicados y se les pone de momento en camas severas a la espera de camas críticas, pero esto puede aumentar la mortalidad y es muy posible que lo haga”, manifestó Ruiz Cubillo.
De acuerdo con las autoridades, esta es la primera vez en la historia de la seguridad social que los hospitales se encuentran en esta situación.
Los hospitales privados ofrecieron su apoyo. Estos tienen aproximadamente 24 camas para UCI, pero, según aseguró Ruiz, las características de los pacientes críticos hacen que se requieran equipos muy especializados con los que no todos los sitios privados cuentan.
A esto se le une que cada vez hay más pacientes que requieren de cuidados intensivos por otras situaciones, como infartos, accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales), accidentes de tránsito y hechos de violencia.
“Estamos en el punto de saturación, no al punto del colapso, por lo que hacemos un llamado a cuidarnos y protegernos para proteger a los demás”, explicó Marco Vinicio Boza, internista e intensivista de la CCSS.
Las diferencias
De acuerdo con Boza, el 5% de los pacientes con covid-19 requieren de hospitalización, y de ese porcentaje, un 20% requiere de cuidados intensivos.
La mayoría de las personas registra una neumonía que si se agrava requerirá de cuidados intensivos severos.
“No es cuidados intermedios, va más allá. Y esto puede complicarse aún más”, destacó el intensivista.
Las personas que requieren de cuidados intensivos llegan ahí con la posibilidad de salvar su vida y de ser “rescatados”. Quienes por su gravedad no tienen posibilidades de supervivencia reciben cuidados compasivos y paliativos antes de morir.
“Cuidados intensivos requiere de una vigilancia rigurosa de 24 horas al día, pero no todos las personas llegan en la misma condición”, explicó Boza.
“Cuando alguien llega a UCI en covid se afecta gravemente los pulmones, pero también tenemos posibilidad de tener enfermedades en el cerebro, en el corazón, en el hígado, en los riñones, en el sistema digestivo, trastornos de metabolismo o de las sustancias de la sangre, llamadas electrolitos”, añadió el especialista.
Estas últimas personas, que experimentan fallas en múltiples órganos o sistemas, son quienes principalmente requieren de una UCI crítica. En estas camas no solo tienen mayor cantidad de equipos y más sofisticados.
“En una UCI severa pueden haber dos pacientes e incluso tres por enfermera. En una UCI crítica debe haber un radio de uno a uno, e incluso para algunos procedimientos de UCI crítica se requieren dos o tres enfermeras por paciente”, agregó Boza.
En algunos casos, se requieren aún más equipos y medicamentos para atender al paciente y aumentar sus posibilidades de supervivencia.
“Nuestro mayor faltante es el recurso humano”, puntualizó Ruiz. “Ya llegamos al tope de nuestro personal, porque se requieren muchos especialistas en cuidado intensivo, en terapia respiratoria, en soporte. En este momento tenemos un médico intensivista menos que cuando comenzó la pandemia porque el doctor Solís (Jaime Solís, quien trabajara en el San Juan de Dios) falleció”, aseveró Ruiz.
Daniel Salas, ministro de Salud, expresó que una tercera parte de los pacientes que requieren una UCI crítica tienen problemas renales, y ya se está al tope de soporte para ellos.
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Pacientes cada vez más complicados
La situación que empujó a esta saturación comenzó a verse desde hace algunas semanas. Los especialistas comenzaron a detectar pacientes con mayores problemas de salud cuya infección de covid-19 se complicaba más rápido.
“Se están enfermando los pacientes con más factores de riesgo. Se ve en el área metropolitana y en todas las regiones del país. Algunos tienen hasta cinco o más y se están complicando muy feo y están llegando directamente a ser internados en la Unidad de Cuidados Intensivos Críticos, que es donde están los más graves”, dijo el gerente médico, el pasado 25 de noviembre.
Ruiz indicó que el perfil que se ve mayoritariamente en hospitales es de personas con hipertensión, diabetes, obesidad grado 3 (o mórbida), antecedentes de cáncer, fumadores, personas con su sistema inmunitario o con problemas en sus niveles de colesterol y triglicéridos.
“Hemos comprado máquinas de alto flujo, respiradores, oxímetros, máquinas para terapia renal, pero los pacientes cuando se complican requieren un tratamiento multidisciplinario y esto se lo dan las personas, los profesionales de salud altamente especializados, y ya no tenemos capacidad de contratar más porque se llegó al tope de los que ya existen”, agregó el jerarca en ese entonces.