Llámelo como quiera: agujero, falla, depresión, hoyo, grieta, abertura, oquedad, socavón, bache, cavidad... o simplemente hueco, con todos los adjetivos que merezca este ya "venerable" accidente de nuestra topografía vial (sobre todo cuando tras caer en uno de ellos los riñones dan una voltereta y atrás quedan aro, llanta y suspensión).
Nadie puede ser ajeno a él porque los hay por todas partes, en todas formas y posiciones: tirados al sol como lagartos, con agua hasta la cintura, llenos de basura y escombros, agazapados, con zacate incipiente en sus laderas o disimulados temporalmente con piedritas redondas de río gracias a la mano caritativa -y desesperada- de los vecinos.
Alguien sugirió por ahí que, en su honor, el lema turístico de Costa Rica sea, en lo sucesivo, "Te recibimos con los baches abiertos". Y don Gerardo Bolaños recomienda que como ahora hay pinturas que duran para rato, se pinte con material fosforescente la circunferencia de los más grandes para advertir a los automovilistas. No se ha podido confirmar la versión de otro ciudadano que asegura haber visto el siguiente aviso en una urbanización: "Señor conductor, en este barrio no sobra ningún hueco".
En resumen, el hueco, esa concavidad u hondura, esa abstracción de la materia que con frecuencia no tiene nada en su interior, es en este momento tema prioritario en la agenda nacional.
De ahí la iniciativa de La Nación para escoger el Superhueco del 95, con base en las postulaciones que sus lectores hicieron al atender una invitación en este sentido publicada el 27 y 28 de setiembre. Del total de sugerencias fueron inspeccionados y medidos 25 huecos; además, se tomó en cuenta la importancia de la vía en que se hallan y el tipo de fractura que mostraban.
Tras el recuento, resultó ganador uno que está ubicado 25 metros al oeste y 225 metros al sur del Más X Menos de San Pedro de Montes de Oca, en el barrio La Granja.
El hueco -actualmente tapado con piedras grandes, escombros y residuos de arena y tierra- mide 5 metros de largo por 2,26 metros de ancho. Fue reportado por Rándall Jiménez Rivera y Herman Guerra Vargas, quienes aseguran que tenía más de un metro de profundidad.
¿Cómo se hizo?
Se recibieron -por vía telefónica o fax- 67 sugerencias para designar el Superhueco del 95, entre las cuales se realizó una preselección de acuerdo con las características de cada hoyo postulado.
Al final se visitaron 25, en las siguientes zonas: San Francisco de Dos Ríos, Desamparados, San Pedro de Montes de Oca, Moravia, Guadalupe, Curridabat, La Sabana, Coronado, Dulce Nombre de La Unión, San Rafael de Escazú, Calle Morenos, Pavas, Heredia y Alajuela.
El trabajo de inspección se efectuó junto con dos personas ajenas al periódico: José Francisco Zúñiga Vega, ingeniero civil con especialidad en construcción, y José Alberto Antillón Albertazzi, mecánico automotriz con 28 años de experiencia.
Con su participación se pretendía tener información adicional sobre las posibles causas de los agrietamientos y los daños que causan en los vehículos las diferentes clases de baches. Entre las causas que producen los huecos, Zúñiga mencionó la edad de las calles, las fugas de agua subterráneas -que socavan el cimiento de la carpeta asfáltica-, la mala construcción de las vías y los arreglos parciales y tardíos cuando aparecen los primeros deterioros.
Antillón, por su parte, señaló que según el tipo de hueco y de vehículo y la velocidad a que se circule cuando ocurre el percance, el primer impacto que sufren los autos es el destrozo de la llanta y el aro. De ahí en adelante puede haber daños en la barra tensora, la barra estabilizadora, los compensadores, las "tijeretas", el yugo e incluso en la carrocería.