En un país donde los ciudadanos viven la política con una intensidad sorprendente, las propuestas para solucionar problemas reales, como la inseguridad, las dificultades económicas o la gestión del petróleo, pasan a un segundo plano en esta campaña centrada en la personalidad de los candidatos.
“Dadas las circunstancias –la muerte Chávez, la brevedad de la campaña y el abrumador ventajismo oficial–, Capriles optó por entrar en la confrontación y Maduro, por imitar a Chávez. Esto ha producido una campaña emocional donde no hay demasiado lugar para los argumentos”, dijo Alberto Barrera, columnista político y coautor de la biografía Chávez sin uniforme .
La campaña está impregnada de lágrimas por Chávez, inundada de insultos cruzados, amenazas y acusaciones de sabotaje, y parece reducirse a consignas prefabricadas o pegadizas canciones.
Pocos venezolanos conocen los detalles del programa de los candidatos y la mayoría elegirá entre un abogado o un exchofer de autobús; entre un codiciado soltero de 40 años o un esposo, padre y abuelo de 50; entre un gobernador que no dudó enfrentarse a Chávez o un obrero socialista ungido por el difunto presidente; entre un político precoz que fue presidente de la Cámara de Diputados con 26 años o un exministro de Relaciones Exteriores que creció a la sombra de Chávez.