Nueva Deli. AFP. La indignación de la población frente a la corrupción endémica en la India sacó la calle a decenas de miles de personas en la capital, que por primera vez en varias décadas dicen: “¡basta!”
En un clima de rebelión, los habitantes de Nueva Deli invadieron el miércoles el centro de la ciudad, enarbolando la bandera de la Unión india y coreando divisas contra la corrupción y el primer ministro Manmohan Singh.
Sandhya Yadav, ama de casa de 54 años, vino con sus dos hijas, una de las cuales no encontró cupo en la universidad a pesar de buenas notas en el examen de ingreso. La razón: se negó a pagar soborno. “No podemos permanecer de brazos cruzados sin decir nada”, expresó.
Muchos manifestantes confiesan que el problema de la corrupción les causa verguenza y rabia, porque se ven obligados a ser parte de un sistema contra el cual no tienen medios para resistir.
“Estamos tan corruptos. No vacilamos en dar coimas y la gente no vacila ni un segundo en aceptarlas. Debería darnos verguenza”, dijo Anita Trehan.
Esta mujer admitió haber pagado una mordida de 20.000 rupias (unos 300 euros) para abrir su salón de belleza.
Estudiante de Medicina, Anjali Yadav reconoció haber entregado discretamente dinero a un funcionario para conseguir el certificado de defunción de su madre.
Entre 60.000 y 70.000 personas, según los organizadores, manifestaron el miércoles en respuesta a la convocatoria de un activista radical, Anna Hazare, que quiere recurrir a la huelga de hambre para presionar al gobierno.
Este militante de 74 años, admirador de Gandhi –con quien comparte cierto parecido físico– exigió endurecer un proyecto de ley que exime al primer ministro y a magistrados de alto rango de la posibilidad de ser juzgados por corrupción. El texto es objeto de discusión en el Parlamento.
Exige derecho. Hazare fue detenido el martes en una cárcel en el norte de la capital, pero luego liberado por las autoridades, medida que él mismo rechazó mientras el gobierno no le reconozca el derecho a realizar una huelga de hambre.
La población respalda el rechazo del militante a los escándalos reiterados que estallaron en el gobierno de Manmohan Singh, pero denuncia sobre todo la cultura endémica de corrupción que envenena su vida cotidiana.
En la India, aunque alguien sea rico o pobre no se puede obtener una conexión telefónica, una autorización comercial o el ingreso a una escuela sin pagar soborno..