Momoi falleció el domingo por una insuficiencia renal, en un centro médico de la capital.
Nacido el 5 de febrero de 1903 en Minamisoma, prefectura de Fukushima, Momoi trabajó como profesor de química agrícola y ejerció de director en centros educativos de las prefecturas de Fukushima y Saitama.
También era un apasionado de la lectura, sobre todo de poesía china, y aficionado al sumo.
Contrajo matrimonio en 1928 y tuvo cinco hijos.
Cuando recibió en agosto del 2014 el certificado del Guinness de los récords, elegantemente vestido con traje negro y corbata plateada, expresó con voz débil sus ganas de vivir dos años más.
El récord de longevidad probado oficialmente lo sigue ostentando la francesa Jeanne Calment, fallecida en 1997, a los 122 años y 164 días.
La esperanza de vida de los hombres japoneses superó, por primera vez en 2013, el umbral de los 80 años (80,2 años), mientras que las mujeres niponas baten el récord mundial de longevidad (86,6 años).
Alrededor de una cuarta parte de la población de Japón tiene 65 años y más, una proporción que debería alcanzar el 40% de aquí a 2060.
En setiembre pasado estaban repertoriados cerca de 59.000 centenarios en Japón, según las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad. Un 87% son mujeres.