Washington. AFP. La clase política estadounidense, preocupada por posibles daños a la seguridad nacional, reclamaba ayer aclaraciones sobre el caso de adulterio que llevó a la inesperada renuncia del director de la CIA, David Petraeus, tres días después de la reelección del presidente Barack Obama.
En su edición de ayer, The New York Times informó de que altos responsables del FBI y el Departamento de Justicia estaban al tanto del caso desde el pasado verano (boreal), pero no informaron a nadie fuera de su círculo hasta la semana pasada, cuando el general dimitió.
Petraeus, al frente de la CIA desde hace poco más de un año , anunció el viernes que el jueves presentó su renuncia al presidente Barack Obama, quien la aceptó.
Ayer era festivo en EE. UU., pero hoy representantes del Congreso tienen previsto reunirse con dirigentes de la CIA y el FBI para que les comuniquen los últimos detalles de la investigación.
Mientras tanto, los políticos continúan exigiendo una explicación sobre la investigación del caso y su impacto o daño potencial a la seguridad nacional.
La dimisión de Petraeus se produjo tras una serie de correos electrónicos “amenazantes”, enviados por la amante del general a una segunda mujer a quien ella habría considerado una rival.
Un líder republicano se preguntó por qué, si había temor a una fuga de información confidencial, el FBI tardó varios meses en informar del caso al gobierno de Obama.
“Tengo serias preguntas sobre esto”, dijo a la cadena CNN Peter King, republicano y alto responsable del Comité de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes. “Creo que hay que mirar la cronología (del caso) y analizar qué ocurrió”, agregó.
La presidenta del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense, la demócrata Dianne Feinstein, dijo el domingo en Fox News que “no ha habido violación de la seguridad nacional”.
“Hasta la fecha, no ha habido”, insistió. Sin embargo, señaló, el Comité investigará por qué el FBI no le informó del caso Petraeus: “Deberíamos haber sido informados, es algo que podría tener un efecto en la seguridad nacional”.
No obstante, Feinstein ha indicado que el general Petraeus “podría” ser llamado a declarar.
Funcionarios no identificados dijeron a la prensa que la amante de Petraeus era Paula Broadwell, una exmayor del Ejército, de 40 años.
En las Fuerzas Armadas estadounidenses, el adulterio puede ser considerado un delito. Como director de la CIA, Petraeus era un civil, pero la potencial violación de la seguridad lo dejó expuesto a un eventual chantaje.
Steven Boylan, un coronel retirado del Ejército y exportavoz de Petraeus, dijo que su exjefe le dijo durante el fin de semana que el romance con Paula Broadwell comenzó unos dos meses después de asumir la dirección de la CIA y terminó hace cuatro meses.
The New York Times y The Washington Post , citando a un funcionario informado, publicaron el sábado que el caso se conoció por correos electrónicos de “acoso”, enviados por Broadwell a una segunda mujer que, según el Post , se asustó tanto que recurrió al FBI.
Según medios estadounidenses, la destinataria de esos mensajes era Jill Kelly; tiene 37 años y vive en Tampa (Florida, sudeste). La mujer sería una vieja amiga del general, sin otro vínculo afectivo con este, según allegados a Petraeus.