La Habana. “¡Qué va! Al banco no se le puede otorgar nada”, sostiene Lisandra Pupo, una ingeniera mecánica de 30 años, quien se muestra escéptica frente al proceso de bancarización de las operaciones económicas recientemente anunciado por el Banco Central de Cuba. El objetivo de esta medida es disminuir la cantidad de billetes circulantes en las calles.
La nueva normativa, que entró en vigor el jueves pasado, establece un plazo de seis meses para que tanto ciudadanos como empresas realicen la mayoría de sus transacciones a través de canales electrónicos. Sin embargo, muchos cubanos expresan su preocupación por las dificultades tecnológicas en la isla, que podrían obstaculizar el acceso a su propio dinero.
Pupo, en sintonía con numerosos habaneros, manifiesta su preferencia por tener el dinero en efectivo. Se queja de la insuficiencia de los cajeros automáticos, que a menudo se encuentran fuera de servicio, y cuando disponen de efectivo, solo permiten extraer 5.000 pesos (equivalentes a unos $28).
“Esto resulta imposible. En la actualidad, los cajeros carecen de dinero o de conexión”, explica al equipo de esta agencia mientras se retira de su lugar de trabajo en Cerro, un municipio populoso en La Habana.
Desde la implementación de la reforma monetaria en enero de 2021, se volvió cada vez más común que los cubanos carguen fajos de billetes en bolsas o mochilas para afrontar gastos cotidianos, como una comida en un restaurante o un servicio en un taller mecánico.

Joaquín Alonso, presidente del Banco Central, advierte sobre la existencia de una cantidad significativa de efectivo que opera al margen del sistema bancario. Este dinero no fluye por los cauces normales de la economía y se intercambia únicamente entre personas naturales.
“Es agotador”, expresa Rossel Garcés, un impresor de 32 años que trabaja de manera independiente, al referirse a la perspectiva de depositar su dinero en un banco. Garcés menciona las largas filas y las limitaciones en la cantidad de efectivo que se puede retirar de los cajeros como barreras para este proceso.
La falta de acceso a dispositivos móviles también es una preocupación. “Resulta sumamente molesto tener que lidiar con esta situación constantemente”, resalta Garcés.
La reforma monetaria de enero de 2021 inyectó una cantidad considerable de dinero en circulación con el fin de brindar capacidad de compra a la población, en respuesta a la prevista alza de precios que coincidió con un incremento promedio de salarios del 450%.
El gobierno reconoce los desafíos que enfrenta debido a la falta de recursos para instalar terminales de pago con tarjeta en todos los establecimientos y actualizar la red de cajeros automáticos.
Algunos ciudadanos, como Omar Everleny Pérez, un economista independiente, ven la bancarización como una medida necesaria debido a los altos precios y la falta de billetes de alta denominación. Pérez destaca que el alto circulante está contribuyendo a una espiral inflacionaria, lo que plantea preocupaciones para el Banco Central.
La inflación interanual alcanzó el 45,8% en mayo, y aunque las cifras oficiales del 2022 indican un 39%, varios analistas sostienen que ya superó el umbral de los tres dígitos.
La cotización récord del dólar (240 pesos) y el euro (245) en el mercado informal, según el portal independiente El Toque, también coincide con este anuncio. Estas tasas guían la economía cotidiana en la isla.
Las pequeñas y medianas empresas privadas, que fueron autorizadas recientemente, tampoco recibieron con agrado esta noticia, ya que ahora se ven obligadas a realizar todas sus operaciones de manera electrónica. Estos negocios enfrentan dificultades para adquirir dólares en el mercado oficial, lo cual es necesario para sus importaciones.

Oniel Díaz, un consultor de negocios privados, sostiene que si antes era difícil para las pymes producir, esta nueva medida solo complicaría aún más su situación. Las pymes perderán su capacidad para importar en un contexto de escasez y alta inflación.
En medio de la peor crisis económica en tres décadas, el gobierno admitió recientemente que el 100% de la canasta alimentaria es importada.
Las redes sociales también son un espacio para expresar descontento. Un usuario de la red social X (antes Twitter) argumenta: “¡Promueven que los privados importen con divisas y venden en moneda nacional, sin establecer medidas para que el sector privado recupere sus dólares y reinvierta!”.