Wang Junping trabajó como campesino en su nativa provincia de Hebéi y como minero del carbón en Mongolia Interior. Sin embargo, una tarde reciente, Wang, de 49 años, elegantemente vestido con saco formal, estaba en una agencia de empleo donde esperaba recibir lecciones sobre el uso apropiado de la escoba y el trapeador para limpiar el extenso sistema del metro de Pekín.
Egresado de educación media, Wang renunció a su trabajo en una mina el año pasado, cuando le redujeron la paga a la mitad. No obstante, no se decidió por el empleo de limpieza porque pagaban muy poco, cerca de unos $320 mensuales.
“Pekín es la ciudad capital y la ventana al intercambio cultural y político”, comentó Wang. “Creí que sería fácil encontrar trabajo. Pero, en realidad, no es tan fácil”.
China tiene una discordancia en el mercado laboral.
Los trabajos agrícolas han bajado durante años, como resultado de la urbanización y de la continua transformación económica del país. Y su enorme sector de las manufacturas muestras nuevos signos de tensión, conforme algunas empresas batallan con la deuda en aumento y el rampante exceso de capacidad.
El sector de los servicios en China, que incluye actividades como las logísticas, ventas al menudeo, tecnología informática e instalaciones sanitarias, está prosperando, impulsando la creación de empleos en toda la economía. Cerca de 300 millones de personas trabajan ahora en los servicios en China, las que representan casi 40% de la fuerza laboral más grande del mundo.
Empero, los trabajadores no hacen el cambio con facilidad. Los que no están calificados o solo a medias, como Wang, pueden ser un poco más exigentes ahora que se ha frenado el aumento en los trabajadores emigrantes. Al mismo tiempo, el incremento en la matrícula universitaria significa que los nuevos graduados batallan a menudo para encontrar empleo en oficinas con los sueldos elevados que esperaban.
El mercado laboral –y sus bolsas asimétricas de oferta y demanda– les presenta una prueba crítica a los formuladores de las políticas. Durante más de una década, la fuerza laboral urbana en China aumentó muchísimo y los ingresos subieron en proporciones de dos dígitos, equiparándose o excediendo las tasas del crecimiento económico de esos años.
Ahora, el panorama económico está disminuyendo. El producto interno bruto subió 7% en el primer trimestre, lo que es el crecimiento trimestral más lento desde principios del 2009.
El premier de China, Li Keqiang, buscó hace poco minimizar la importancia de la meta del crecimiento del PIB, al decir, en cambio, que prefería concentrarse en si la economía se está expandiendo en una forma que genere nuevos empleos. Y, hasta ahora, pareciera que está haciendo eso. China agregó 13,2 millones de nuevos empleos urbanos el año pasado, superando la meta oficial de Li, de 10 millones.
Sin embargo, el objetivo de empleos de Li es una cifra bruta. No se factorizaron los que se eliminaron. Y, más importante, el aumento en el ingreso se está desacelerando, de porcentajes de dos dígitos a cerca de 8% el año pasado. Cualquier contención en el gasto del consumidor que resulte tendría un efecto directo en la capacidad del sector de los servicios de seguir creando empleos.
“Si las personas, incluidos los trabajadores inmigrantes, estuvieran acostumbradas a incrementos salariales de entre 15% y 20% cada año, y de pronto bajaran a 10% e incluso 8%, ¿cómo responderían?”, planteó Jurgen F. Conrad, el jefe de la Unidad de Economía china en el Banco Asiático de Desarrollo en Pekín.
“Riesgo no es el término adecuado, pero existen algunos imponderables”, añadió Conrad. “Si ves la magnitud de los cambios estructurales que se están realizando, no siempre es fácil pronosticar los resultados, incluidos los del empleo”.
A los datos sobre lo laboral les falta la frecuencia y la calidad general de cifras que hay en mercados más desarrollados. Por ejemplo, la tasa oficial del desempleo urbano, que se publica trimestralmente, osciló del 4% al 4,3% en la última década, un nivel de estabilidad que los economistas consideran difícil de conseguir.
En su lugar, los cambios en la salud del mercado laboral tienden a aparecer más claramente en las tendencias salariales y de reclutamiento. En esta ciudad han surgido dos factores generales en años recientes: el grupo de trabajadores inmigrantes se está estrechando a medida que disminuye el rendimiento de la urbanización, en tanto que la escasez de empleos en oficinas para los nuevos graduados universitarios indica una discordancia en las capacidades.