Una de las más recientes incorporaciones al mercado en Costa Rica son los "fondos inmobiliarios". Estos se refieren a fondos cuya cartera no está conformada de manera principal por títulos valores, como es lo común, sino por bienes inmuebles.
Entre los bienes que componen la cartera activa de un fondo pueden estar centros comerciales o edificios de oficinas, las cuales generan rendimientos a partir de la operación económica de las instalaciones.
Otra fuente de generación de rendimientos está en la llamada "plusvalía", que se refiere a la valoración de una propiedad debido a factores como los desarrollos urbanos que se lleven a cabo en la zona en que está ubicada o la creación de nueva infraestructura en los sitios aledaños.
Los fondos de inversión inmobiliarios están contemplados en la Ley reguladora del mercado de valores dentro de la categoría de los fondos no financieros, tienen un patrimonio fijo y sus participaciones deben ser negociadas a través de la bolsa de valores.
En los fondos inmobiliarios ni los inversionistas ni las personas físicas o jurídicas vinculadas a ellos o que conformen un mismo grupo de interés económico, podrán ser arrendatarios de los bienes inmuebles que integran al patrimonio.
Con el fin proteger a los inversionistas de eventuales conflictos de interés, es prohibida la compra de activos inmobiliarios, cuando estos procedan de los socios, directivos o empleados de la sociedad administradora o de su grupo de interés.
Se puede decir que los fondos de inversión inmobiliarios están orientados a personas físicas o jurídicas que requieran alternativas de inversión con distribución periódica de los rendimientos generados.
Pese a que la cartera activa del fondo está compuesta principalmente por bienes inmuebles, es posible invertir también otra parte en activos financieros. El rendimiento promedio de los títulos valores que componen la cartera financiera es parte también del rendimiento global del fondo.
Además de la comisión de administración (3%) cobrada por la sociedad administradora, existen también una serie de gastos que deben ser cubiertos por el Fondo. Estas salidas incluyen gastos legales, de mantenimiento, impuestos diversos, como los de renta, bienes inmuebles, activos y otros, servicios municipales, cuotas de mantenimiento y vigilancia, servicios profesionales diversos y pago de seguros.
Aparte de los anteriores gastos, el fondo deberá realizar cualquier erogación que sea necesaria para el correcto funcionamiento del Fondo, la cual esté directamente relacionada con el mantenimiento del servicio que prestan los bienes que conforman la cartera.
Uno de los principales riesgos está en la probabilidad de que los activos que componen la cartera inmobiliaria del fondo se vean afectados por los fenómenos naturales, tales como terremoto, inundación u otros, y que esto afecte negativamente el valor de los títulos de participación.
Entre otros factores de riesgo que se deben considerar están que el valor de los inmuebles, al depender de las condiciones del mercado inmobiliario, puede afectarse negativamente si se dan situaciones económicas adversas. Estas situaciones pueden ser cambios en el potencial de desarrollo esperado de la zona donde se ubica el inmueble.
Cuando se trata de invertir en fondos inmobiliarios, es importante analizar cuáles tienen un mayor grado de diversificación de sus activos, en el sentido de que los mismos estén ubicados en distintas zonas, además que sus arrendatarios sean empresas o personas físicas muy solventes.
Tomando todo eso en cuenta, los fondos inmobiliarios pueden ser una excelente oportunidad de inversión a largo plazo, pues además de ofrecer excelentes rendimientos, aportan una gran diversificación a su cartera de inversión.