Cada año el centro Rescate Animal Zoo Ave, ubicado en La Garita de Alajuela, recibe entre 2.000 y 2.500 animales, la mayoría están en edad adulta o son juveniles, pero también deben atender casos de crías huérfanas.
Estos casos no solo implican la atención médica, también conllevan un largo proceso de enseñar a las especies cómo valerse por sí mismas y realizar las funciones más básicas, como simplemente comer.
Palmita es un ejemplo de lo que sucede en este lugar. Se trata de una perezosa de dos dedos, que descansa apaciblemente en la rama de uno de los árboles del recinto de preliberación durante una visita que hizo La Nación el lunes 23 de setiembre, solo dejando ver su lomo peludo.
Ella arribó a este sitio en agosto del 2018, proveniente de Palmares, pesaba 650 gramos. Fue hallada sola y sin lesiones, debajo de una palmera en Palmares, de ahí su nombre.
Río y su rescate
En el centro, pero aún en el área de la clínica, permanece otro perezoso de dos dedos que también llegó desde muy temprana edad, su nombre es Río, debido a que fue encontrado en Tres Ríos de Cartago.
“Unos particulares se lo compraron a una persona en situación de calle que lo andaba vendiendo. Es un rescate pero también es una mala práctica, porque quien lo está vendiendo va a ir a buscar otro animal para hacer lo mismo”, explicó la veterinaria Isabel Hagnauer.
Ante este tipo de situaciones, las personas lo que deben hacer es presentar la denuncia, para que las autoridades hagan el decomiso respectivo.
Afortunadamente Río también se encontraba sano, pesaba 400 gramos y su proceso ha sido más rápido que el de Palmita, ya que esta no aceptaba la leche que se le proporcionaba. En la mayoría de los casos, cuando estas crías llegan al Zoo Ave es porque su madre fue electrocutada o porque sufrió el ataque de un perro.
El proceso
Pero, ¿qué implica cuidar de estos animales huérfanos a tan temprana edad? Resulta que es mucho trabajo. También implica mucho amor, compromiso y responsabilidad.
La mayoría llegan deshidratados, con hipotermia o temperatura corporal muy baja, por lo que el abordaje inicial es muy intensivo; deben calentarlos e hidratarlos, ya sea por medio de suero o vías intravenosas.
“Comen cada dos horas cuando están pequeños”, relató la veterinaria.
Cuando llegan, los mantienen en incubadoras; luego son pasados a un cuarto controlado con un porcentaje de humedad ambiental del 80%, ya que pueden desarrollar neumonía, e incluso morir por esta causa. Luego pasan a estar en exteriores, durante el día y eventualmente también en la noche, cuando llegan a los 2,5 kilos, se les considera adultos y pueden iniciar el proceso de liberación.
“Una parte importante es que no los manipulamos mucho, solo para alimentarlos o medicarlos; usamos unas mamás sustitutas, que son peluches en forma de perezosos”, comentó Hagnauer, sobre una de las principales herramientas que tienen a mano.
Para enseñarles a comer, se les ofrece hojas de diferentes tipos, para que comprendan que hay una variedad a su disposición,
“Ellos, igual que los monos, aprenden viendo, entonces la mamá se come una hojita y ellos empiezan a hacer lo mismo. Hay que meterles las hojas en la boca, a veces incluso nosotros comemos de las hojas para que ellos vean que es comestible”, destacó la veterinaria del centro.
Su nuevo hábitat será un lugar cercano al centro, donde hay otros perezosos de dos dedos.
Los perezosos no se improntan o acostumbran tanto a la gente, lo que hace más sencillo el proceso de liberación, aunque lleva mucho tiempo. Hagnauer recuerda al público que es prohibido manipular animales silvestres y que un perezoso de dos dedos adulto, puede ser muy agresivo e incluso puede morder.
“El hecho de que ellos no demuestren algún tipo de estrés, no significa que no lo tengan, hay estudios científicos ya comprobados, con medición de hormonas y cambios de comportamiento, que demuestran que sí, realmente los animales se estresan”, recordó.
Zoo Ave tiene capacidad para atender hasta 7.000 animales anuales, aunque esperan nunca llegar a esta cifra, “porque estaríamos haciendo algo mal en el tema de conservación de Costa Rica”, advirtió la veterinaria.
Atención especial
También hay otros animales que llegan al Zoo Ave en condiciones menos óptimas y que demandan una mayor atención. Este es el caso de Pikín, quien ingresó hace tres o cuatro meses, pesando tan solo 250 gramos y es proveniente de Sarapiquí.
Es parte de un grupo de otras siete crías de monos congo que se encuentran actualmente en el centro, que van desde los 600 gramos hasta los 1,8 kilos.
“Creemos que la mamá fue electrocutada, entonces tiene problemas de movilidad, estuvo recibiendo terapia física; por el hecho de no poderse mover bien, ha tenido problemas gastrointestinales que es una de las principales complicaciones de los monos congo en cautiverio”, detalló la doctora.
Además de leche cuando están bebés, el mono congo solo come hojas, pero no cualquier hoja; esta debe estar “sazón”, no muy vieja ni muy joven. Pero sobre todas las cosas, no deben comer banano, ya que son fermentadores y si ingieran esta fruta, va a causar que produzcan gases y se posiblemente mueran de problemas gastrointestinales.